Era mediados de los años 80, cuando un joven de apenas 20 años, que “vivía de buhardilla en Madrid”, escribía su primer poemario. Aquel joven, “que cuidaba un corazón más bien delincuencial” soñaba con vivir de la poesía. Tenía como referentes a los grandes clásicos… Góngora, Quevedo, Baudelaire… Pero fue en Umbral, en el que encontró el espejo en el que mirarse. Dice que el escritor le “daba resuelto un modelo que él estaba pretendiendo”.
Ahora, después de años de “encierro, a solas, con la bestia encendida del lenguaje” publica un poemario de poemarios. “Los espejos nocturnos”, una recopilación de sus 30 años de versos y revelaciones. En Por fin no es lunes hablamos con Ángel Antonio Herrera, poeta, escritor y periodista.