Vamos de récord en récord. Esta semana hemos entrado en lo que los expertos han llamado 'el horno ibérico' con temperaturas propias de julio o de agosto y, aunque parece que vamos a tener un respiro, estos extremos van a ser más habituales de lo que creemos.
La tendencia es que el verano sea más largo y con más calor. Ya el año pasado fue el más cálido desde que hay registros y este 2023 va por el mismo camino. Ya no hablaremos de olas de calor con temperaturas entre los 30 y los 40 grados. Sino de veranos 'normales' con estos niveles.
El cambio climático está aquí y ahora toca adaptarse. Plantear el futuro y planificar cómo podemos hacer que este calor se lleve mejor. Desde la casa en la que vivimos hasta las ciudades donde el hormigón y el asfalto, grandes amigos del calor, siguen estando de moda.
Las ciudades como 'islas de calor' que absorben la radiación
¿Cómo se presenta el futuro y cómo podemos adaptar nuestras ciudades a estas temperaturas? En 'Por fin no es lunes', hablamos con Teresa Cuerdo, investigadora del Instituto de Ciencias de la Construcción del CSIC y Doctora Arquitecta especializada en acondicionamiento, instalación y eficiencia energética; y con Jaime Ribalaygua, doctor ingeniero de Montes con Máster en Meteorología y presidente fundador de la Fundación para la Investigación del clima.
Las ciudades de hoy en día se han construido expandiéndolas con mucha prisa y con materiales de cierta calidad que guardan mucho el calor, tienen mucha inercia térmica y generan el fenómeno conocido como "isla de calor", por lo que "guardan toda la radiación que les está dando durante el día y la emiten a última hora de la tarde".
Aseguran que nuestro modelo de ciudad es europea -un modelo muy consolidado- y que para fijarse en otro tipo de modelos, como pueden ser los de nuestros abuelos -azulejos, cerámicas, casas bajas-, primero hay que replantear otras cosas. Por ejemplo, si se fomentasen aspectos como el teletrabajo, "podríamos huir de las ciudades e ir a otros modelos".
Más árboles, pero con cabeza
Sin embargo, como esto no se está produciendo, lo que hay que hacer es replantear cómo adaptamos las ciudades actuales al calor extremo que vivimos actualmente y que irá a más en los próximos años: "Tenemos que usar los soportales, las celosías y, sobre todo, no quitar tantos árboles, porque los ayuntamientos talan árboles sistemáticamente para poner sistemas más artificiales".
Está claro que hay que huir del hormigón y el asfalto como primera idea, pero ¿se pueden reverdecer las ciudades sin poner límites? La respuesta de los expertos es clara: no. Reverdecer, sí, pero con cabeza.
"La adaptación la tenemos que afrontar a escala muy local porque el cambio está siendo diferente a escala local. Una parte importante es que están fomentando el reverdecimiento de ciudades y la línea de reverdecer las ciudades es una que va a dar apoyo en esta necesidad de adaptación. Pero tenemos que tener en cuenta el clima futuro, a qué nos tenemos que adaptar, es decir, lo que se espera que cambie en las próximas décadas. Porque si reforestamos árboles que no van a poder sobrevivir al clima del futuro, no estamos solucionando el problema", explican.