¿Qué ocurre cuando nos acercamos a una obra como la de Sorolla a través de quienes custodian sus mejores recuerdos, a través de quienes han conseguido entender que lo que él contaba simplemente era que la vida había que disfrutarla y tratar de ser feliz? Lo que ocurre es que nos encontramos frente a un lienzo en blanco y el reflejo es la infancia, que, al final, resulta que es la etapa más larga de la vida porque, como decía Matute, es la que siempre te acompaña.
Hablamos en Por Fin no es Lunes con Blanca Pons Sorolla, miembro del patronato de la fundación Museo Sorolla de Madrid y bisnieta del pintor. Sobre la obra de su bisabuelo Blanca declara que sus pinturas "tienen una luz tan particular que te llega al alma". Apunta también que "la magia de un artista es llegar a despertar el saber ver cada uno lo nuestro y Sorolla es uno de los personajes que mejor te puede enseñar a ver".
Pero, a pesar de esto, Blanca cuenta que su gran descubrimiento fueron las cartas de su bisabuelo. Recuerda cómo su padre empezó a leérselas durante unas fiebres que le mantuvieron mucho tiempo en cama y que terminó diciéndole que le conocía mejor que a él. Entre todas estas destaca, especialmente, las cartas a su mujer. "Es algo tan íntimo que no tiene que parecer lo que él no es. De ahí sacas el corazón de Sorolla, el alma, su entusiasmo por la vida y la pintura, el cariño a la familia...", cuenta su bisnieta.