Carmelo Gómez se puso delante de una cámara de cine, por primera vez, en ‘El viaje a ninguna parte’, de Fernán Gómez. Nació en ese momento un camino que le llevó, paradójicamente, a muchos lugares.
Se bajó al moro de la mano de Colomo y, cuando ni siquiera intuía que su trabajo como actor de cine tenía los ‘Días Contados’, una película con este título, dirigida por Imanol Uribe, le dio su primer Goya y lo convirtió en un fijo de las pantallas españolas. Ese mismo año, 1995, recibió el Premio Nacional de Cinematografía.
Brilló en verso en ‘El perro del hortelano’. Fue ‘chico Medem’ en ‘Vacas’, ‘La ardilla roja’ y ‘Tierra’. Hizo ‘El portero’, ‘Extraños’, ‘Entre las piernas’, ‘Tu nombre envenena mis sueños’ y, entre otras, ‘El Método’, película por la que ganó otro Goya, esta vez como mejor actor de reparto.
Pero hace unos años salió de plano. Dejó el cine, aunque el cine ya le había dejado a él, reconoce Carmelo sin problema. Ahora, sin embargo, podemos verle sobre el escenario, en el teatro, de gira con ‘Las guerras de nuestros antepasados’, una adaptación de la novela de Miguel Delibes.
Se reconoce en Pacífico por su sensibilidad y su entorno
Eduardo Galán, que ha adaptado la novela de Miguel Delibes, ha reconocido que Carmelo ha estado muy implicado en el proceso de creación del personaje, pues se siente muy identificado con él y con su entorno.
Carmelo se reconoce en el personaje de Pacífico Pérez, un interno de un sanatorio penitenciario,por su ingenuidad y sensibilidad de cuando era joven, y por su padre, que entendía que educar en el maltrato era lo justo.
Viví esa dureza terrible de la infancia y me convirtió, como es Pacífico, en una persona aislada
Delibes era un gran conocedor del mundo castellano y del mundo rural, de una gente que vive en un entorno con leyes propias y que comparten "una ética especial y un comportamiento que en ocasiones es contradictorio", sostiene el actor.
El personaje de Pacífico tiene "una extraordinaria sensibilidad" y, como él, Carmelo reconoce que vivió "esa dureza terrible de la infancia y me convirtió, como es Pacífico, en una persona aislada, que jugaba solo y que se creía muy inferior a los demás porque no quería participar de la violencia".
"Tienes que tener una presencia muy especial para hacer este personaje"
Hace años, Manolo Gómez Pereira le ofreció hacer esta obra de teatro, pero Carmelo rechazó la oferta. Cuando leyó la novela de Delibes, "me quedé impávido de la enorme cantidad de personaje, de texto y de registros que yo entonces no dominaba", cuenta ahora el actor, quien reconoce que se asustó mucho.
Por fortuna, aquella idea es ahora una realidad, pero insiste en que "tienes que tener una presencia muy especial para hacer un personaje como este", el cual destaca por su fragilidad y por ser un pacifista convencido desde el "no discurso".
La dulzura de su madre y lo combativo de su padre
De su infancia, Carmelo convivió con el rigor en la educación de su padre, por un lado, y con la dulzura de su madre, por otro. "Mi madre era la dulzura, y eso fue lo que me catapultó", reflexiona el actor sobre su madre, una mujer analfabeta, pero 100% cariñosa y adorable.
No me arrepiento de ser conflictivo, porque si no somos combativos, no somos
Carmelo Gómez, además de sensible se define como "combativo", una característica que adoptó con la educación de su padre. "Tanto mi madre como mi padre eran buscadores de la justicia", dice mientras reconoce que en el cine siempre ha sido muy combativo, lo que le llevó a soportar la etiqueta de conflictivo.
A pesar de ello, el actor asegura: "no me arrepiento en absoluto de ser conflictivo, porque si no somos combativos, no somos".