La revista Nature publicaba este miércoles en portada un hallazgo muy importante para la ciencia de la evolución humana en España. Un grupo multidisciplinar de arqueólogos ha descubierto el que puede ser el enterramiento humano más antiguo de la historia de África: la tumba de un niño de apenas tres años. Ha sido hallada en la entrada de la cueva de Panga ya Saidi, en Kenia.
A pesar de que África se considera la cuna de la modernidad biológica y cultural, las primeras evidencias de los enterramientos son bastante escasas. Por este motivo, el resultado de este análisis, fruto de un estudio co-liderado por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y los Museos Nacionales de Kenia, suponen un gran paso para conocer cómo se comportaban los humanos en esa época ante un enterramiento.
Hoy tenemos en 'Por fin no es lunes' a dos de las investigadoras que han participado en este hallazgo. Ellas son María Martiñón, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y de esta investigación y Elena Santos, doctora en Paleontología e investigadora.
La revista Nature se ha hecho eco de este descubrimiento y le ha dedicado una portada. Nos explican por qué ha supuesto un empujón importantísimo para la ciencia de la evolución humana en España: "Estamos hablando de haber encontrado evidencia de una de las características que consideramos siempre que son como más idiosincráticas del ser humano, el cuidado de los muertos y establecer un vínculo emocional con alguien que en realidad ha fallecido". Elena Santos ha definido este descubrimiento como algo "único" y "maravilloso".
La directora de la investigación, María Martiñón, indica cuáles son las características de este hallazgo: "Hace 78.000 años fallece un niño de no más de 3 años y su comunidad decide despedirlo. Crea un espacio y lo excava deliberadamente para él y coloca al niño en una posición fetal. Esa dedicación, cuidado y ternura con la que se trata a un humano, aunque este muerto, es claramente idiosincrático".
Además, se trata de uno de los hallazgos más antiguos. "Es una de las evidencias más tempranas que tenemos de un enterramiento", afirma Martiñón.
Sin embargo, comentan que el trabajo ha sido un poco complicado porque los huesos estaban "extremadamente frágiles". "Si nos acercábamos demasiado se desintegraban", indican.