Cuenta la historia que, en 1492, cuando los Reyes Católicos expulsaron a los judíos, estos se llevaron consigo las llaves de sus casas y las conservaron generación tras generación, con la esperanza de poder volver algún día y abrir las cerraduras de sus antiguos hogares.
Siglos después, muchas familias de judíos sefardíes volvieron a España, pero ¿abrirían las puertas de las casas que abandonaron sus antepasados? Más allá de la leyenda, están las historias reales de las familias sefardíes. Familias como la de Mauricio Toledano.
“Lo de las llaves es una historia real que se ha convertido en una bonita leyenda”, asegura Mauricio, que añade: “Seguro que muchas familias se llevaron la llave, entre otras cosas, porque pensaron que su expulsión del país sería una medida temporal y volverían a sus casas cuando tuvieron que escapar de Toledo, pero dudo que las hayan conservado”.
Los sefardíes que acabaron en Turquía, la antigua Yugoslavia o países centroeuropeos, mantuvieron la lengua castellana clásica, que conocemos hoy como ladino. En el caso de los Toledano, como vivían a escasos kilómetros de España, su castellano era casi como el de la península. “Mis antepasados mantenían hasta las canciones de cuna”.
Los judíos no se olvidaron de España y, con el tiempo, Sefarad se convertirá en la mente de los sefardíes en un lugar mitológico más que en un territorio geográfico real.
Incorporarán el tema a su cultura, heredada de la española, pero ricamente transformada por el contacto con muchas otras, y, en definitiva, irán siendo cada vez menos conscientes de la España real para mantenerla solo en un estado intangible y cargado de melancolía legendaria en sus corazones. “No hay otro pueblo que haya pasado tanto tiempo sin su patria y que haya mantenido el cariño a sus costumbres, el idioma…”, expresa Toledano.