Este fin de semana cambiamos de hora. A las 2:00 de la mañana del 26 de marzo serán las 3:00. ¿Y para qué? Principalmente por el ahorro energético que, supuestamente, conlleva esta medida ya que así usamos durante más tiempo la luz natural. ¿Pero cómo nos afecta este cambio de hora más allá del sueño? En Por fin no es lunes lo descubrimos con el fisiólogo y experto en cronobiología Emilio Sánchez Barceló, que fue Catedrático de Fisiología Humana en la Universidad de Cantabria y es autor del libro ‘Hicimos la luz y perdimos la noche’.
El cambio de hora no es una medida que nos guste a los españoles. Un 64% está a favor de eliminar el cambio de hora según el CIS. Tampoco a los europeos. Según una encuesta de la Comisión Europa de 2018, el 84% de los ciudadanos de la Unión Europea se mostraron partidarios de acabar con estos cambios. Y la idea es que esto se termine en 2026, pero llevamos con la propuesta enquistada desde en la Comisión Europea desde 2019. Una propuesta que no se hace por la presión popular contra el cambio de hora, que también, sino porque el consenso científico nos dice que estos cambios de hora tienen impactos negativos en nuestra salud, en la productividad y en el ahorro energético.
Y los expertos lo tienen claro: si nos tenemos que quedar con un horario fijo, mejor el de invierno. Eso nos deja menos horas de luz a la salida del trabajo o de los estudios, pero como dice Emilio Sánchez Delgado, estamos perdiendo la noche y eso es terrible para nuestro reloj biológico y nuestra salud. Y la estamos perdiendo desde hace años, desde que se inventó la bombilla y cambió nuestra forma de dormir.