Al fondo de la nave principal e injertado en la Catedral de Burgos se construye uno de los siete órganos del templo, enmarcado justo en la más importante de las capillas que engalanan este lugar: la Capilla de los Condestables. En efecto, esta capilla cuenta con su propio órgano del que es custodio, desde hace más de treinta años, Guillermo Díez Arnaiz.
El organista de la Catedral de Burgos, nos atiende en 'Por fin no es lunes' para informarnos sobre algunas de las peculiaridades de este centenario instrumento musical, así como sobre su importancia en el enclave en el que se enmarca.
Los siete órganos de la Catedral de Burgos
La Catedral de Burgos cuenta con un total de siete órganos: dos se encuentran en restauración y los otros cinco continúan en uso. En total, más de dos mil tubos por los que emerge el sonido de este instrumento de viento sonorizado mediante un fuelle.
Cada órgano tiene su personalidad y su carácter en tanto a que se adscriben a distintos periodos históricos.
"El órgano de la Capilla de los Condestables es del año 1530 y el último órgano que se incorporó a la Catedral data del año 2010", explicaba Díez apuntando que "son instrumentos diferentes porque existe una evolución en la parte mecánica, musical y en las afinaciones".
Precisamente, por esta cuestión su aproximación a cada órgano es diferente ya que, además, no funcionan de la misma manera. De cualquier manera, Guillermo Diéz incidía en la importancia de "conocer el tipo de instrumento porque al ver un teclado rápidamente lo asociamos al piano".
"El piano es un instrumento de percusión que percibe y transmite la intensidad que se aplica al teclado; en cambio, el órgano no es un instrumento percusivo: cuando se pulsa una tecla del órgano, una varilla abre una válvula dejando pasar el aire a un tubo que resuena independientemente de la intensidad con la que se pulse la tecla", explicaba el organista.
Treinta años de carrera
Guillermo Díez Arnaiz estudió piano en París. Allí trabajaba con un grupo de jazz con el que realizó distintos viajes por Europa. Entonces descubrió varios órganos y en Estrasburgo “se enamoró” de este instrumento.
Ya hace treinta años que Guillermo se erige en el organista de la Catedral de Burgos desde donde divulga el conocimiento sobre este maravilloso instrumento que podemos escuchar, a sus manos, en 'Por fin no es lunes'.