El director gerente de la Fundación Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, Jorge Ramos, como todos los que trabajan en el Museo del Enganche, es un apasionado de los caballos y asegura que estos animales pueden percibir lo que quienes estamos alrededor sentimos.
Durante el confinamiento, el Museo del Enganche tuvo que cerrar sus puertas, algo que les resultó "muy duro", ya que los caballos "estaban con pena" y podían sentir "la tristeza que nos rodeaba a todos".
Para el director gerente, los caballos "son los que llenan de vida y alegría estas instalaciones" y son capaces de entablar una relación con sus jinetes. Es esa conexión "especial" con el caballo y esa inteligencia que desprenden es lo que el director gerente considera que "tenemos que aprender".
En relación al cierre de sus puertas al público, reconoce que no dejaron "nunca" de cuidar a los caballos, pues entendieron la importancia de su trabajo: "Entendimos que éramos un servicio esencial de la comunidad".
"Nuestra obsesión era volver a abrir las puertas", confiesa, e insiste en que, sin necesidad de ser un entendido del caballo, salta a la vista que en el centro "hay muchísima tradición y muchísimo cariño".
Jorge Ramos opina que el caballo español "tiene una elegancia y una belleza especial" que todo el mundo percibe. Además, explica que los movimientos que estos animales realizan durante los espectáculos, que cumplen 50 años, y la belleza que tienen en su ejecución es especial: "Es una elegancia de movimientos y de ejercicios nada fáciles de conseguir. Parece que lo hacen solos".
Tan especial son los bailes que realizan que, desde que volvieron a abrir sus puertas el 1 de julio, más de 6.000 personas han visitado el centro. "La respuesta del público ha sido magnífica", asegura, y siempre respetando las medidas de higiene y aforo.