POR FIN NO ES LUNES

Juan Miguel Esteban, el preso que eligió correr para ser libre

En 'Por fin no es lunes' hablamos con Juan Miguel Esteban, el hombre que encontró en el deporte su tabla de salvación. Había ingresado en la cárcel, el lugar que le quitó la libertad, pero que a la vez le dio alas para descubrir la gran vocación de su vida: correr.

ondacero.es

Madrid | 08.01.2022 12:54

Tenacidad, deportividad y solidaridad: tres palabras que bien podrían definir a Juan Miguel Esteban, el atleta al que el deporte le cambió la vida. Comenzó a correr estando en prisión. Empezó con veinte minutos al día y acabó haciendo entrenamientos de cuatro horas y media. Su sueño era ser libre y correr un maratón. Y lo consiguió. Juan Miguel consiguió la libertad y hoy compite en maratones e incluso en Ironmans, los triatlones más difíciles del mundo.

"Quería correr libre y disfrutar de ello sin mirar atrás", ha revelado Esteban -sobrenombre que sustituyó a su nombre durante su etapa en la cárcel-.

Correr entre cuatro muros

Juan Miguel ha explicado que, desde pequeño, siempre tuvo la ilusión de hacer deporte para que tanto su cuerpo como su mente se mantuvieran saludables. No en vano comenzó con el judo y transitó por distintos deportes hasta convertirse en campeón de culturismo. Fue entonces cuando ingresó en prisión, un lugar donde las horas transcurren lentas y el tiempo se hace eterno. Su familia percibía la angustia, así que con el fin de ayudar, plantearon la propuesta.

"Mi primo Carlos me sugirió que empezara a correr para intentar evadir mi mente y salir fuera de los muros durante un tiempo", ha explicado Esteban.

"Como pesaba mucho por el culturismo, tuve que empezar a caminar para, poco a poco, empezar a correr y bajar de peso", ha añadido apuntando que lo más difícil fue encontrar un hueco en el patio". Y es que, según explicaba el atleta, dado que en la cárcel los presos caminan de muro a muro y en línea recta, le resultaba complicado realizar el giro que le permitiera recorrer corriendo el perímetro del patio sin chocarse con otros presos. Además, muchos compañeros tampoco se lo ponían nada fácil ya que, "como en todos los sitios, en la cárcel te puedes encontrar con gente buena, gente mala y gente muy mala".

"Me supuso un conflicto muy grande que me dejaran hacer esa curva, pero poco a poco, esos mismos presos vieron que tenía una disciplina y una constancia y me dejaron hacer deporte", ha señalado. Y no solo eso, sino que Juan Miguel logró aglutinar un club de seguidores que no dudaban en reclamar su ayuda para iniciarse en el deporte.

"Esa misma gente que al principio me rechazó, después me pidió ayuda para desengancharse de adicciones por medio del deporte", ha comentado Esteban antes de indicar que "empecé a ayudar a los presos de mi módulo, pero el rumor se fue extendiendo por todos los módulos de la prisión y poco a poco aglutiné a centenares de personas".

"Al final entrenábamos tantos que tuve que pedir permiso a la dirección del centro para que, dos días a la semana, me habilitaran la salida a un campo de tierra al que iba con más de cien personas".

Carrera por la libertad

Sus entrenamientos dieron su fruto. En uno de sus permisos, Esteban se lanzó a correr el Maratón Popular de Madrid y allí se topó con el campeón del mundo, Martín Fiz, su ángel de la guarda que logró que su historia saliera a la luz y llegara a las personas indicadas.

"Podía haber tenido prejuicios, pero antepuso todo sin conocerme de nada y me ayudó a conseguir lo más importante: la libertad", ha revelado el deportista antes de apuntar que "es como si fuera un padre para mí". "A día de hoy es mi entrenador. Hace poco tuvo que dejar de correr, peor en la carrera de las empresas de Madrid corrimos juntos 10km y fue un regalo", ha añadido.

Sin duda, un ejemplo de superación que en su carrera por la vida, no se olvida de ayudar a los demás, participando en todo tipo de iniciativas benéficas. No en vano, en plena pandemia recaudó más de 50.000 euros para centenares de niños que carecían de los recursos para conectarse a las clases online.