Una pandemia mundial, una población confinada, unos supermercados desabastecidos y unos hospitales colapsados. Parece el guion de una película, pero es la realidad. Hace un año que vivimos inmersos en una especie de locura. Y cuando ya creíamos que no podía pasar nada más, llegó una nevada histórica, un asalto al capitolio y unas revueltas callejeras en defensa de la libertad de expresión. ¿Alguien estaba preparado para esto?
La respuesta es sí. Ellos son numerosos, están repartidos por el mundo y se llaman preparacionistas o 'preppers'.
Son personas que viven y se entrenan para afrontar por su cuenta cualquier emergencia, ya sea una catástrofe natural, una guerra nuclear, un apagón masivo, un colapso financiero o una pandemia. Algunos tienen sus propios refugios ocultos y están listos para afrontar el futuro de forma autosuficiente. Además, disponen de habilidades y conocimientos de supervivencia.
El preparacionismo no es nuevo, pero sí es una forma de vida que se ha revitalizado en los últimos tiempos.
Miguel Ferrero es preparacionista y guía de montaña de Noname Sport. Desde hace casi 20 años se dedica a esto. "Con 11 años me perdí dos días en la montaña con tres amigos. Aparecimos dos días después en un pueblo a 48 kilómetros. Pasamos una situación bastante extrema y a partir de ahí empezó mi interés por esto", cuenta.
Ferrero explica cuáles son sus objetivos: "Se trata de vivir de forma independiente y sobrevivir en la naturaleza. Hay que estar preparados para cualquier situación que pueda ocurrir".
Además, reflexiona sobre las situaciones vividas durante el temporal Filomena: "Nos da una demostración de cosas que pueden pasar y hay muchísima gente que lo ha pasado muy mal. Hubo gente que les pilló en el campo y muchos otros tuvieron que dormir en el metro. Si estuviesen más preparados habrían estado más seguros y confiados".
Raúl Lobo Hurtado es exboina verde, instructor de supervivencia militar y deportiva y director del Centro de Formación para la Supervivencia LOBO 7. Dice que el perfil de los alumnos que acuden al centro es muy variado. “Antes había gente que se dedicaba profesionalmente a actividades de riesgo, pero ahora vienen desde cirujanos hasta camareros”.
Lobo explica que su actividad se dedica más a la supervivencia cuando la tecnología que hoy en día nos falla o no se puede utilizar. “Tallamos piedras, cuchillos, hacemos fuego como se hacía antes”, indica.
Ambos piensan que la población no está preparada ni ha recibido los conocimientos básicos para pasar, por ejemplo, tres días sin luz o sin agua.
