Amante confeso de la Historia, el notario Plácido Barrios ha saciado su frustrado deseo de erigirse en historiador mediante el estudio arqueológico de antiquísimas actas notariales donde sus históricos colegas -escribanos por aquel entonces- dieron fe detallada de virginidades mal conservadas, de infidelidades y de cualquier acontecimiento humano, por muy íntimo que fuera.
En consecuencia, el notario de Alcalá de Henares descubre en 'Por fin no es lunes' el sentir más íntimo así como las costumbres populares de las sociedades medieval y moderna de la mano de diversas actas adscritas a la historia del notariado español.
Una profesión milenaria
El notariado es una profesión milenaria cuyo origen se remonta a los escribas del Antiguo Egipto que pretendían constatar la realidad de infinitud de sucesos. A lo largo de cientos de años, los notarios han sido esenciales para dar potestad a la veracidad de determinados hechos frente al Estado, al Rey o a la sociedad en sí misma.
Precisamente este bagaje histórico ha animado a Barrios a aunar sus dos pasiones: la historia y el notariado. "Considero que se pueden compatibilizar perfectamente porque, además, creo que son disciplinas complementarias", argumentaba al respecto.
El notario no dudó en indagar en las distintas actas notariales que, a lo largo de la historia, fueron materializándose, sobre todo, a partir de la Edad Media. De este modo, halló sorprendentes testimonios de escribanos que daban fe de partos, adulterios - en España castigados penalmente hasta el año 1978- e incluso virginidades mal conservadas. Este fue el caso que se relata en un acta del siglo XVI donde un abuelo declaró que su nieta se cayó jugando accidentalmente en un descampado y “corrompió su virginidad”. Ese abuelo buscaba proteger a su nieta para que en el momento de casarse “siguiera considerándose doncella”, algo que era capital en aquel momento. Por este motivo, Plácido era claro: "No hay que juzgarlo con el criterio del siglo XXI, sino con el de entonces".
Por aquel entonces también era común recurrir al notario para constatar circuncisiones por motivos médicos. En la primitiva España del siglo XV la población cristiana veía muy mal la circuncisión, de forma que aquellos hombres que debían hacérsela para sanar determinadas infecciones pedían al notario que diera fe de que lo hacían “por motivos de necesidad”, no porque fueran judíos.
"La historia demuestra que el notario está perfectamente implicado en la sociedad porque, de alguna manera, recoge la vida real de cada momento", declaraba Barrios apuntando que "los notarios han estado y deben estar incluso en situaciones extremas". Así sucedió durante la Guerra Civil Española de 1936 cuando el notario Enrique de Casuso fue requerido a instancias de la Junta de Defensa para que levantara acta de los daños que un bombardeo provocó en el Museo del Prado justificando el traslado de sus obras.
La importancia del notariado
Las funciones que ejerce el notariado español adolecen de cierto desconocimiento por parte de la población general puesto que, trascendiendo la burocracia jurídica que permite pedir préstamos hipotecarios, comprar fincas o casarse por lo civil, se trata de un servicio esencial para el correcto funcionamiento de la sociedad debido a que soluciona numerosas problemáticas de la ciudadanía común.
"El cargo es muy importante para la sociedad, pero el trato personal no tiene por qué ser especialmente serio ya que estamos en contacto directo con las personas", explicaba el notario de Alcalá que, además, hacía hincapié en que "esta profesión es maravillosa porque te permite ser testigo de historias conmovedoras". Historias como la del ciudadano español de origen congoleño que, tras una vida de sufrimiento, hace unos días juró su nacionalidad frente a Plácido Barrios. "Esa satisfacción no está pagada", confesaba este profesional de la firma.
Y lo cierto es que, como exponía Barrios, los notarios son "confesores privilegiados", aquellas personas a las que la ciudadanía confiesa todos sus deseos, por ejemplo en materia de testamentos, que permanecen en absoluto secreto hasta el momento en el que han de revelarse. "Al principio pensaba 'por qué me lo cuentan a mí', pero ahora lo veo con naturalidad", comentaba.
Ya son numerosas las actas firmadas por Plácido Barrios a lo largo de su carrera. Tal vez alguien en un futuro rescate sus letras para dar fe de la estructuración de nuestra sociedad, pero de momento, Barrios atesora actas notariales de tiempos remotos sobre las que pronto escribirá un libro. Solo así, podremos entender las costumbres y los valores que rigieron la historia desde la perspectiva del notario.
"Lo bueno de los escribanos de aquella época es que se explayaban y, por tanto, descubres muchas cosas gracias a que entraban en detalles muy sorprendentes", concluía.