Todos recordamos alguna vez en la que, de pequeños, sufrimos una caída. La reacción de nuestros padres en esos momentos (restarle importancia, regañarnos, consolarnos...) podría ser muy influyente en quien somos hoy en día.
La psicóloga Beatriz Carruzo defiende que las actitudes y forma de ser de un adulto se debe a cómo sus padres lo trataron desde que era un bebé. La experiencia como hijos marca a las personas como los futuros padres que serán.
Aunque la infancia es influyente, algunas personas pueden realizar un trabajo de conciencia para ejecer la paternidad de una manera diferente a lo que ha vivido. De esta forma, un hijo con el que no se ha sido cariñoso, podría serlo al ser padre, pero siempre siendo consciente de que con él no lo fueron.
La psicóloga advierte a los padres que no deben perder autoridad, pero que esa autoridad "se puede ejercer con mucho respeto y mucha calma", no siendo necesario ser muy estrictos ni perder los papeles para macarla.