El ser humano es mayoritariamente pesimista. Solemos pensar que nuestra realidad que no va a cambiar, que va a ir peor. Un sentimiento estoico movido por la parte más antigua de nuestro cerebro, la más primitiva. Además, esto se combina con la importancia que le damos a las malas noticias mientras no prestamos atención a las buenas.
"Lo negativo nos atrae como mecanismo de defensa", así define el sociólogo David Escamilla la acción de esta parte del cerebro que inhibe la parte racional y es motivado por sentimientos como el miedo. Ante esto, la filósofa Nerea Blanco puntualiza que la utilización del pensamiento crítico es una buena forma de controlar esa negatividad, algo que debería extrapolarse a los medios de comunicación.
También, la inteligencia emocional,tiene una gran importancia a la hora de gestionar lo negativo. Al hilo de este término, David introduce el indicador de la Felicidad Interior Bruta (FIB), una alusión al PIB para conseguir saber cómo se encuentran las personas porque "nos hace más feliz lo cualitativo, pero nos empeñamos en lo cuantitativo", recalca.
Asimismo, comenta la facilidad del ser humano por mostrarse triste en vez de feliz, algo que hay que cuidar rodeándonos de personas que hablen en positivo, para poder contagiarnos ese sentimiento.
