ENTREVISTA EN POR FIN NO ES LUNES

Tres años con Covid persistente, la 'pandemia invisible': "Tenía cuerpo de deportista y por dentro era una persona de 90 años"

ondacero.es

Madrid |

Tres años con Covid persistente, la 'pandemia invisible': "Tenía cuerpo de deportista y por dentro era una persona de 90 años"

Esta semana se han cumplido cuatro años, 1461 días desde aquel 14 de marzo de 2020, una fecha en la que nos cambió la vida: "Comparezco para dar cuenta del Consejo de Ministros Extraordinario en el que hemos aprobado el ya anunciado Estado de Alarma y las medidas que este implicará para hacer frente al Covid-19".

Así anunciaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez el Estado de Alarma y el comienzo del primer confinamiento por el coronavirus. Fueron los días de las calles vacías, de los aplausos en los balcones, del desabastecimiento en los supermercados y de los aterradores datos de contagios y de muertes.

Ahora que se ha reestablecido la normalidad parece que todo ha acabado, pero no es así. Muchas personas siguen contagiándose de Covid-19 y otras muchas ni siquiera han llegado a recuperarse del todo.

Más de dos millones de personas sufren Covid persistente

En España, más de dos millones de personas sufren a diario las secuelas de lo que se llama Covid persistente, la otra pandemia invisible. Pablo Enríquez tiene 37 años y desde hace tres sufre Covid persistente. Ha pasado de hablar cuatro idiomas a tener que aprender de nuevo a escribir. Sufre migrañas, dolores articulares, se desorienta con facilidad y vive pegado a una máquina de oxígeno de la que apenas se separa unas horas al día.

A pesar de todo, él es optimista, dice que tiene que tirar del humor negro y trata de sacar su mejor versión. En 'Por fin no es lunes' explica que en 2021 trabajaba como comercial y saliendo a visitar a un cliente, se contagió porque hubo un brote. Él tuvo una alta carga viral y en lugar de estar cinco días dando positivo, estuvo 72 días.

No recuerda grandes síntomas al principio aparte de los típicos de dolor de cabeza, fiebre y diarrea. Pero fueron pasando las semanas y su pareja se recuperó y empezó a dar negativo, pero él no, seguía siendo positivo y con síntomas muy leves: tos, dificultad para respirar, etc.

"Cuando me llevaron a la Unidad Covid todo cambió porque ya había un nombre"

En ese momento empieza lo preocupante, comienzan los desmayos, caídas de saturación, dolores de cabeza fuertes, y a partir del sexto mes necesita máquina de oxígeno: "Por fuera tenía cuerpo de deportista, pero por dentro era una persona de 90 años". Ahí fue cuando llegó el "problema real" porque algunos médicos no le creían: "Al principio te juzgan mucho por si te lo estás inventando, si tienes ansiedad". Pero el día límite fue cuando cruzando la calle se desmayó, en Urgencias le dijeron que todo estaba bien, volvió a casa y volvió a desmayarse, y de nuevo en el médico, le llevaron a la Unidad Covid.

"Ahí se me iluminó todo porque me dijeron que lo que yo tenía se llamaba 'Covid persistente', ya empezaba a tener nombre", explica. Una vez entré ahí, todo cambió porque me controlaron por todos lados y empezó a aparecer de todo: "brotes, de secuelas de corazón, sistema nervioso, dejé de notar las piernas, tuve migrañas, espasmos musculares, problemas de vejiga, se me cayó el pelo como si me hubieran dado quimio".

Segundo contagio, secuelas cognitivas

Reconoce que ahí fue cuando empezaron las secuelas físicas, pero un tiempo después vendrían las cognitivas de la mano de un segundo contagio de Covid-19. Se produjo por las mismas fechas que el primero, el Día de Reyes, pero del siguiente año: "Yo estaba bien viendo una película en italiano (hablaba cuatro idiomas) y de repente no la entendí. Pensé que era por el estrés, así que me esperé, pero al día siguiente fue igual. Me fui a buscar mis apuntes y era como si estuvieran en chino, era mi letra, pero no la entendía".

"Me agobié, pero le di unos días. Pero no, el inglés nada, el italiano tampoco. Mi abuela que me habla gallego, si me habla rápido no la entiendo, mi cuñada es portuguesa y como me hable en portugués rápido no la entiendo. Tuve que ir al logopeda. Desorientaciones, de repente no saber dónde estoy, no reconocer a mi hija, ponerme a la niña delante y no reconocerla. Una vez ella dijo "por qué papá no me reconoce"", relata.