“El olor es un sentido muy emocional que marca los límites sociales”, dice el antropólogo David Howes, y en estos últimos meses miles de personas han visto mermado este sentido tan esencial en nuestro día a día.
La pérdida del olfato y el gusto es una de las principales señales de alarma para detectar a las personas infectadas con coronavirus. Pero muchos de esos pacientes no logran recuperar estos sentidos una vez superada la enfermedad.
Secundino Fernández es especialista del departamento de otorrinolaringología de la Clínica Universidad de Navarra y decano de la Facultad de Medicina de Univ. De Navarra y nos explica la terapia que han desarrollado para pacientes que han pasado el covid y han perdido el sentido del olfato.
OLFATOMETRÍA
Secundino nos explica que la terapia consiste en agrupar los olores en grupos según sus partículas químicas e intentar que el paciente identifique poco a poco esos olores. El doctor nos explica que está terapia suele durar varios meses y a partir del tercer mes "el paciente comienza a ver resultados". "Depende mucho de cómo haya sido de grave la pérdida de olfacción, pero la mayor parte de personas recupera el olfato total o parcialmente", señala.
¿Y QUÉ OCURRE CON LA NORMALIDAD DEL TACTO?
El distanciamiento social no supone lo mismo para todas las culturas. En la mediterránea estamos más acostumbrados a la proximidad física en nuestras relaciones. ¿Cambiará la pandemia nuestras costumbres? Se lo preguntamos a Ramón Ortega Lozano, profesor de Antropología de la salud y Comunicación humana en la Facultad de Ciencias de la Salud San Rafael-Nebrija, Universidad Nebrija.
El profesor nos explica que recuperar la total normalidad en las relaciones socioafectivas depende de cada cultura. Hay algunas en las que el contacto físico es más habitual que en otras. Desde la manera de saludarse, que puede incluir besos o abrazos, hasta el grado de aceptación que tiene tocar el brazo o el hombro de alguien durante una conversación.
Es decir, cómo, cuándo, a quién y en qué circunstancias se puede tocar a otra persona varía mucho entre culturas. En algunas, como la mexicana, se acostumbra a saludar con un apretón de manos (a los hombres) y un beso (a las mujeres). Esta práctica se repite cada vez que te encuentras con alguien, aunque sea varias veces en el mismo día, o cuando te presentan a una persona.
Sin embargo, en la cultura estadounidense los besos no forman parte del saludo habitual y mucho menos si se trata de desconocidos. En algunas culturas asiáticas una reverencia o leve inclinación (dependiendo de las culturas) es más frecuente y mantiene la distancia evitando el contacto físico.
En España una persona con un resfriado no siempre advierte a otra que no puede saludar con dos besos porque está enferma. Cuando lo hace es habitual que, por una norma de cortesía o por no quedar mal, la otra persona le conteste que no le importa y acto seguido le plante dos besos.
"En culturas como la española nos está costando una barbaridad las restricciones y nos está afectando a nivel psicoafectivo, por lo tanto, cuando pase la pandemia es lógico pensar que querremos volver a abrazarnos y tocarnos como antes", señala el profesor Ortega.