En el año 2016 se autorizó sobre el papel la primera exhumación por vía civil en el Valle de los Caídos. Fue a raíz de la petición de los descendientes de Manuel y Antonio Ramiro Lapeña que fueron contrarios al régimen franquista y fusilados en el año 1936. Los trabajos comenzaron, pero pronto se paralizaron, y cinco años después la familia no ha logrado darles una sepultura digna, de hecho el hijo de Manuel, con el mismo nombre, ha fallecido recientemente a los 97 años sin lograr que su padre y su tío descansaran en paz.
Como Manuel, decenas de familias han estado a la espera durante años para recuperar los cuerpos que fueron trasladados de fosas comunes de ‘rojos’, como las llamaba el régimen, al Valle, de manera oculta, sin consentimiento de sus familiares.
El primer paso que dio pie a resignificar el monumento funerario fue la exhumación de los restos de Franco, trasladados al cementerio de Mingorrubio, en El Pardo. Un acto que dio algo de esperanza a los familiares de republicanos que veían como un insulto que estuvieran junto al dictador.
Ahora se da un paso más y por fin los descendientes de unas 77 personas que yacen en el mausoleo, entre más de 33.000, tienen la posibilidad de darles sepultura en el lugar que elijan, porque esta semana se han iniciado los trabajos para recuperar los cuerpos. Un reto único y sin precedentes como apunta Francisco Etxeberria, uno de los mejores antropólogos forenses del mundo con más de 20 años de experiencia en exhumaciones y encargado de la intervención en el Valle de los Caídos.
"En el Valle de los Caídos son muchísimos los restos que se concentran allí y tratar de buscar algunos entre más de 30.000 es algo sin precedentes en la historia de la ciencia forense", explica el doctor, que cuenta además cómo se llevarán a cabo las exhumaciones. "Desde hace meses un grupo de historiadores trabaja en la parte de documentación, lo que significará la reconstrucción biográfica de las personas y también la explicación de cómo llegaron al Valle de los Caídos", comenta.
