Marcos Castilla empezó a habar a través de la música con un xilófono que le regalaron cuando tenía dos años. De aquel juguete pasó a un pequeño piano de dieciséis teclas, hasta llegar a dominar las más de ochenta que tiene uno profesional. Sus padres se dieron cuenta de su talento y, ahora, a sus diecisiete años, está a punto de terminar sexto de piano profesional, el último curso.
El tesón de este joven pianista le ha llevado a ser admitido hasta en ocho conservatorios de muchos lugares del mundo, como Escocia, Nueva York, Boston o Londres, también a compartir escenario con la Orquesta Sinfónica del Soho, incluso a conocer al gran pianista cubano Chucho Valdés. A las puertas de su mayoría de edad ha dado con todas las teclas, por eso es intrépido.