La inflación, provocada en parte por las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, ya no es algo coyuntural como se preveía inicialmente. La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ya ha reconocido que se producirá una “inflación más alta durante más tiempo a nivel internacional”. Y a pesar de las medidas de choque, sus efectos se notan cada vez más en los bolsillos de los españoles. Un escenario que ya hemos vivido en otros momentos de la historia y del que también ha dado buena cuenta el cine como cuenta Andrés Moraleda en Fuera de guion de Por fin no es lunes.
El cine español, concretamente el de los años 60, supo palpar muy bien lo de que la vida está y estaba muy cara. Era un cine de crítica social, pero enmascarada con humor para sortear la censura. Berlanga, el maestro en este sentido, lo hizo con ‘Plácido’ (Luis García Berlanga, 1961). De momento el INE ha rebajado el crecimiento del primer trimestre en una décima y confirma que la economía se empieza a enfriar. Pero después de las vacaciones, salvo milagro, será cuando el consumo de los hogares se empiece a asfixiar por la inflación y la compra familiar se convierta en un rompecabezas como veíamos en ‘La gran familia’ (Fernando Palacios, 1962).
Ahora las familias no tienen tantos hijos como los Alonso en la película (que tenían 15), pero incluso sin ellos, la vida sube igual. Sube la cesta de la compra, la luz, la gasolina… Y mientras hay cosas que siguen igual: los salarios y el precio de la vivienda, un tema que ya podíamos ver en 'El Pisito' (Marco Ferreri, 1958). Y es que el cine no es ajeno a crisis y a la inflación. Todo está en el cine.