No se si lo percibe, si percibe cierto eco en mi voz. Esta mañana, pienso en los primeros fieles que finalmente entraron en este espacio después de que se construyera en un tiempo relativamente breve para la época. Estamos hablando de 39 años. Luego se fue ampliando y modificando.
Ojos de vecinos y visitantes de Burgos que vieron crecer una catedral en el mismo espacio que ocupaba la antigua. Nunca habían visto nada igual en su vida. Nunca habían imaginado nada parecido. Tampoco se había visto en España.
La altura y la luz eran las líneas maestras del estilo gótico, aunque para conseguirlo se llevaran al límite las decisiones arquitectónicas. Estos espacios, además de representar la grandeza de una fe, estaban hechos para impresionar, asombrar, sobrecoger, conmover, emocionar y acongojar.
Pasados 800 años desde la colocación de la primera piedra, exactamente el 20 de julio de 1221, la Catedral de Burgos sigue provocando el mismo efecto en nosotros hoy en día, saturados como estamos de información, de imágenes, convencidos de que pocas cosas pueden perturbar nuestra capacidad de sorpresa.
Emitimos en directo desde la Capilla de los Condestables, de la majestuosa Catedral de Burgos, un lugar único, desde donde las próximas cuatro horas será imposible no sentirse abrumado por todo lo que nos rodea.
