Feliz Navidad. En este madrugador deseo no hay ninguna lectura entre líneas ni viene seguido de ese pero en el que nos hemos instalado. No hay una doble cara, ni siquiera pretendemos abrir una puerta al lamento. ¿Por qué no nos permitimos un minuto, un día, unas horas? Podría ser esta misma jornada de Navidad.
No es el año que esperábamos, tampoco el cuñado que queríamos para las reuniones familiares, pavo de por medio, ni tan siquiera participa de estas celebraciones y prefiere salirse de la partida, pero una tregua.
Luego más tarde lo vamos a contar: en la Nochebuena de 1914, soldados alemanes, británicos y franceses consiguieron durante unas horas parar la contienda en algunos frente de la Primera Guerra Mundial.
Saliendo de sus trincheras y en tierra de nadie, decidieron mezclarse e intercambiar comida. Muchos pudieron, ¿y nosotros? Salga de la trinchera, salgamos un rato de ella, démonos una tregua, celebremos la Navidad.