Casi dos semanas desde que se desató la tormenta ganadera, alimentada estratégicamente. ¿Sabría indicarme qué está considerado como macrogranja, qué indica la normativa española o cuáles son sus límites? ¿Sobre qué estamos debatiendo desde hace días?
Parece que surfeamos sobre cuestiones que son rápidamente tragadas por la siguiente ola intentando mantenernos sobre la tabla para evitar ser arrastrados a lo más profundo, al fondo de la cuestión.
Lo puede hacer un ministro, el líder de un partido y lo podemos hacer cualquier de nosotros sentenciando desde Twitter.
La cuestión es laberíntica y de fondo, no deja de ser un debate sobre cómo cambiar el sistema, pero también hay un ángulo y un posicionamiento individual.
Millones de ciudadanos queremos semanalmente en nuestra nevera una determinada cantidad de filetes de pollo, pavo, vaca, verduras. Una demanda extraordinaria, gigantesca, colosal, que es imposible que sea atendida sólo por las pequeñas o medianas explotaciones ganaderas, las familiares, las ecológicas, las tradicionales.
Otra pregunta: ¿quién quiere dedicarse a criar vacas si lo que cobras por ello, en muchas ocasiones no cubre costes e incluso te hace perder dinero? Un ejemplo: en este momento, la leche en origen puede llegar a ser más barata que el agua. Sin olvidar el sacrificio personal de una labor que te obliga a estar permanentemente a pie de granja.
