Nos hemos metido de cabeza en el invierno. Hay unos que madrugan y otros que no se acuestan, esa es la vida, pero hay que arrancar porque llegamos tarde, aunque esta esté siendo una de esas semanas infinitas en la que no terminas de ver el final y te arrastras hasta la meta reclamando asistencia.
Cuántas veces hemos tenido esa sensación, ¿verdad? Una semana agónica. Mira que se hacen largas y se atragantan y se hacen insoportables cuando nos alejan la línea de llegada cada vez que avanzamos unos metros.