Aunque se encuentra en horas bajas y descolocada en un mundo que ha cambiado aceleradamente, me gustaría hacer referencia a la Asamblea General de Naciones Unidas, que ha adoptado por consenso una resolución que condena la negación y la distorsión del Holocausto. Justo en el aniversario, 20 de enero, de la Conferencia de Wannsee donde altos funcionarios nazis dieron forma a la llamada 'solución final' para acabar con millones de judíos.
La medida insta a todos los estados miembro a rechazar sin reservas cualquier negación o distorsión de lo que ocurrió, como evento histórico. Y reclama que se desarrollen programas para educar a las generaciones futuras. De esta manera, se está reconociendo la existencia de un movimiento que pretende reinterpretar o directamente negar la tragedia de lo ocurrido.
En la novela '1984', que habría que releer cada cierto tiempo, el llamado "Ministerio de la verdad", con miles de funcionarios, se encargaba de la reescritura de la Historia y el falseo de la misma. Hacía desaparecer cualquier referencia a lo ocurrido para construir un relato ajustado a sus intereses.
Bueno, en este momento el empeño de reescribir capítulos de la Historia es mucho más burdo, descarado, ordinario y, por supuesto, sin ningún refinamiento literario. Incluso se pretende rehacer lo acontecido hace menos de una semana o unos meses. Un ejemplo actual, la extrema derecha y los republicanos están en una campaña para reconvertir en víctimas a los que asaltaron el capitolio en Washington. Y aquí en España tendríamos algunos ejemplos, en una semana puede pretender algún que otro responsable político cambiar su versión y la Historia. Repetir mil veces una mentira, no cambia la verdad de lo ocurrido, pero puede ser una mercancía de fácil venta.
