Noche de fútbol y de las grandes. Los compañeros de deportes nos fueron narrando todo lo que iba aconteciendo en la final de la Copa del Rey entre Betis y Valencia. Los béticos se impusieron en la tanda de penaltis y se pueden imaginar la explosión de alegría.
Alegría de ellos y alegría del fútbol. Puro deporte, pura alegría. Tal vez reponiéndose de una semana en la que esos partidos de despacho o partidos telefónicos han generado lo contrario: bochorno, tristeza y estupor.
Porque la reacción de rechazo o condena que nos pueden generar algunos comportamientos, puede ser aún mayor si observamos la forma en la que reaccionan públicamente y se defienden los que han sido pillados, ya sea en cómo se gestó la celebración de la Supercopa en Arabia u otros asuntos como el de los comisionistas de las mascarillas compradas por el Ayuntamiento de Madrid.
Luis Rubiales, Gerard Piqué o Luis Medina no sólo se han amilanado al hacerse pública su manera de proceder, sino que incluso se han sentido ofendidos y perseguidos. Ya saben, Medina decía aquello de "la Fiscalía es de izquierdas", o Rubiales hablaba incluso de un saco en el maletero de su coche. Todos hemos oído algunas de sus reacciones en defensa.
Sacan pecho porque no solo consideran, sino que están convencidos de que no han hecho nada incorrecto. Será siempre la justicia la que determine si su manera de proceder es legal y será siempre la sociedad quien debe recordarles y dejarles claro que no es legítimo.