De pronto todo parece más real y auténtico. Este Puente de Todos los Santos, con su Operación Salida, los viajes, la familia, los hoteles completos, las calles llenas -incluso con lluvia-, se nos hace como más de verdad, ¿no?
La vuelta a dar la mano y unos besos en el saludo tímidamente -incluso, yo diría que torpemente- también es más auténtica. Los atascos en ciudades como Madrid, Zaragoza o Barcelona son mucho más reales y da la impresión de que son insoportablemente mayores.
Las comidas o cenas fuera de casa parecen haber recuperado protocolos mucho más cercanos, ciertos, ruidosos o incluso las celebraciones de cumpleaños de aquellos que tienen niños parecen mucho más caóticas y aceleradas.
Está la dureza y crudeza de lo vivido por todos y luego, tal vez por eso mismo, este tipo de eventos que hasta hace poco se nos aparecían como difuminados, desdibujados, un quiero y no puedo.
La memoria parece diluir nuestra celebración de cumpleaños de 2020, incluso, de 2021. ¿La recuerda usted? ¿A que no? O las vacaciones de ese verano. Y es que las páginas correspondientes a esos eventos personales y sociales, de esos meses, se han quedado en blanco.