Por fin no es lunes, hoy Isabel Lobo nos hablará sobre esos postes de diferentes alturas con los que nos solemos tropezar por la calle de vez en cuando, los bolardos. Etimológicamente bolardo es un préstamo del inglés bollard. Este anglicismo probablemente deriva de "bole" que significa tronco de árbol y "ard" que tiene connotaciones de dureza. Esta definición se debe a que los primeros bolardos eran de madera y, anclados en tierra, se utilizaban para amarrar los botes. Estos objetos, también llamados pilonas, forman parte de la identidad del mobiliario urbano de cada ciudad.
¿Cuál es el origen de los bolardos o pilonas? Las pilonas urbanas empezaron a instalarse en las principales urbes a principios del 1800. La revolución industrial y el rápido crecimiento de las ciudades desbordó la capacidad de gestión urbanística. Era necesario delimitar las zonas peatonales de las vías. La mayoría de las calles y avenidas estaban sin asfaltar. No había delimitación entre las aceras y las calzadas. Tampoco se distinguían por sus diferentes alturas. Los carruajes provocaban atropellos diarios. Los caballos invadían los laterales de las calles paseando junto los comercios y adentrándose incluso en las porterías. Era necesario establecer barreras. Nace el concepto de bolardo tal y como hoy lo entendemos: delimitar espacios e impedir acceso al tráfico. Existen precedentes documentados como los dos bolardos de roble en la localidad de Waltham Cross en el condado de Hertfordshire, que en 1721 se instalaron a cargo de la Sociedad de Anticuarios de Londres para “proteger la ciudad del asedio de los carruajes”.
En el mundo de las pilonas podemos encontrar varios tipos: de aluminio fundido, acero inoxidable o hierro. Por lo general se ancla al suelo para impedir el paso de vehículos a áreas peatonales. Se usa principalmente en hileras para evitar que vehículos ocupen el espacio peatonal (aceras). Aunque la tendencia general es la de pensar que un bolardo es lo mismo que un pivote, expertos en mobiliario urbano han aclarado en repetidas ocasiones que la diferencia entre uno y otro es el grosor, siendo el primero más grueso y bajo y el segundo más delgado y largo. Algunos comercios los instalan ante sus escaparates debido al peligro de robo por alunizaje.
Diseño y evolución
Aunque los bolardos son usualmente instalados principalmente para incrementar la seguridad, también pueden ser utilizados como características de diseño, sirviendo como elementos del paisaje. Se dice que, antiguamente, los cañones enemigos que eran capturados se plantaban en el suelo como postes de frontera y marcadores. Cuando se acabó la oferta de antiguos cañones, se hicieron piezas de hierro fundido con formas similares para realizar las mismas funciones. Los bolardos han evolucionado desde entonces en muchas variedades que son ampliamente utilizadas en caminos, especialmente en áreas urbanas, así como en las afueras de supermercados, restaurantes, hoteles, tiendas, edificios gubernamentales y estadios.
El elemento más representativo de los bolardos es su punta, la punta es la distinción de los bolardos. El diseño tradicional del bolardo con frecuencia incluye elaborados pináculos decorativos, mientras las versiones contemporáneas tienen una punta redonda simple o inclinada para impedir a los transeúntes dejar basura o usarlos como asientos improvisados. Por otro lado, ellos son hechos algunas veces planos o anchos específicamente para fomentar el sentarse.
Bolardos destacables
Hablando de diseño de bolardos, no solo hay que mencionar la punta, por ejemplo los de París destacan por su gran altura; o los de Ámsterdam también llamado "ámsterdamcito" que cambia radicalmente el diseño incluyendo tres "X" y con terminación en forma de molino; también hay bolardos curiosos aquí en Madrid, los del barrio de Malasaña destacan por la decoración que los vecinos hacen para estos, llegando a haber un concurso que incluye una ruta por todos los diferentes diseños de bolardo.
En el puente de Segovia también se encuentra un enigma relacionado con los bolardos. Fue el matemático José Ángel Murcia el que sacó este enigma a la luz, preguntándose por el curioso patrón que forman, resulta que si se trazan las líneas de este patrón da como resultado un mapa mundi en los que hay marcados los lugares más representativos de su diseñador Víctor Sanz. En Valencia también se encuentran varios bolardos diferentes y originales, gracias a un grupo Valenciano el casco antiguo se llenó de bolardos adornados con fundas de ganchillo. Por último, dos bolardos que por cosa del azar o no, hacen la representación perfecta de la escena del marinero besando a la enfermera en Nueva York.