Todo comenzó iniciándose el mes de marzo de 1950, aquellos eran los tiempos de la Guerra Fría. Y como en tantas ocasiones, el punto de
partida fue una lista negra. Una oscura lista elaborada por un tipo llamado Joseph McCarthy, un senador republicano de Wisconsin. En aquella enumeración de nombres aparecían señalados 205 supuestos comunistas que, según McCarthy, trabajando para el Departamento de Estado, en realidad, eran infiltrados. Aquel primer paso tuvo un efecto dominó. Fueron centenares los obligados a comparecer ante audiencias en las que se les acusaba de intentar derrocar al gobierno de los Estados Unidos, directamente.
Javier Cancho
Madrid |
La lista negra fue creciendo exponencialmente. El senador McCarthy decía que lo hacía por patriotismo, decía que era patriótica la misión que él mismo se atribuyó y para la que consiguió respaldo político. Sin embargo, la Historia, con H mayúscula, ha considerado aquellos primeros años de la década de los 50 en Estados Unidos como el tiempo de la caza de brujas.