Los acantilados del infierno son el lugar donde la mar hace esculturas. En esta zona, puede emprenderse una ruta y pueden verse formaciones de piedra poco convencionales. Javier Cancho ha descrito en directo el lugar donde se encuentra. A su derecha, dos arcos de piedra, muy grades, esos arcos son tan poliédricos que es como si fueses cambiando de forma. Son como puentes hacia ninguna parte, uniendo fragmentos de acantilado.
Hay muchas gaviotas por esta zona y tienen graznidos discordantes y ásperos. Este territorio es una parte de Asturias donde la mar dispone de tierra caliza. También es un paraje propicio para quienes les gusta admirar las flores silvestres. Para los que no hayan estado y quieran ir alguna vez, Cancho, cuenta que estamos en una franja costera muy especial, con acantilados de vértigo, que está en la parte oriental del municipio de Ribadesella, una comarca hermosa que se extiende hasta los límites del concejo de Llanes. Esta es una ruta que transcurre en paralelo al mar.
No muy lejos de allí, está también la playa de Arra. Su estudio resulta clave para comprender el origen de Asturias y de la cordillera Cantábrica. Allí se quieren desvelar las formaciones kársticas del Jurásico asturiano. Los geólogos aseguran que ese enclave explica la evolución de la falla de Ribadesella, que es una fractura de casi diez kilómetros de longitud que surgió hace 33 millones de años. Esa es una falla que atraviesa todo el concejo. Y ahí es donde comenzó la historia del peculiar paisaje montañoso de Asturias. Observar esta fractura en el acantilado en el que se encuentra nuestro colaborador es fácil, porque se transforma, desde formaciones bajas de piedra por el Oeste con pastizales que llegan al borde mismo del mar que se convierten en un costa abrupta y elevada que continúa hacia el Este, propiciando los Acantilados del Infierno. Un abracadabra de la pierda caliza, la mar y la vida.