PUNTA NORTE

Un alquimista llamado Arthur Dee

Muchos creyeron, durante centurias, que la receta de la vida eterna permanecía escondida en las páginas de un misterioso cuaderno.

ondacero.es

Madrid | 03.07.2022 11:41

En el siglo XVI, el alquimista Arthur Dee proclamó haber descubierto la fórmula secreta para alcanzar la vida eterna. Esa fórmula fue considerada por los alquimistas como la piedra filosofal. Pero, como toda revelación, presentaba -supuestamente- una complejidad que terminó convirtiéndose en inescrutable durante largo tiempo. Mister Dee escribió la receta misteriosa en un código secreto. Secreto e intrincado. Y no compartió su hallazgo con nadie. La fórmula quedó escondida en un enigmático cuaderno.

Y Arthur Dee se murió sin haber aprovechado los conocimientos que él mismo había hallado y que le habrían permitido -supuestamente- acceder a la vida sin fin. Sobre cómo fue realmente este tipo, Arthur Del, hay controversia. Hay quien le considera directamente un iluso. Y hay quien le mira como una de las mentes más influyentes del Renacimiento en las islas británicas. Incluso, se contempla la posibilidad de que sus contribuciones hayan sido distorsionadas por algunas calumnias que fueron desfigurando la verdadera dimensión de su personalidad.

¿Quién fue realmente el alquimista Arthur Dee? Pensemos en que Arthur Dee nació en 1527, fue hace casi 500 años. Sabemos que fue un hombre comprometido con la ciencia más Vanguardista de su época. Tomando como un hecho, que no debe desdeñarse, que entonces, en aquel tiempo lejano, hace cinco centurias, la ciencia estaba todavía entrelazada con la magia y la percepción de lo oculto. Sabemos que él estaba fascinado por el conocimiento. Quedó escrito que Arthur Dee dormía solo cuatro horas, pasando parte de sus Noches de su vigilia estudiando griego, latín, geometría, matemáticas, astronomía, navegación, derecho, medicina o criptografía. Le apasionaba el arte de escribir códigos ocultos. Se sabe que con apenas 20 años, Arthur Dee fue invitado a dar una conferencia sobre álgebra en la universidad de París. Estamos hablando de un tipo que se convirtió en uno de los conferenciantes más aclamados del continente en aquel siglo XVI. Arthur fue quien presentó al público por primera vez lo signos de la suma, la resta, la multiplicación y la división.

Dee fue confidente de la reina Isabel I de Inglaterra. Fue él quien eligió la fecha de su coronación. Se dijo que fue Arthur De quien usando la alquimia lanzó un hechizo sobre la Armada Española, sobre la armada invencible, en el año 1588. Aunque una explicación más probable está en los conocimientos que tenía de meteorología, es posible que pudiera llegar a anticipar la tormenta. O quién si sabe si en el trasfondo de todo lo dicho sobre él y aquel episodio tan intenso de la Historia no había más que una fabulación, conociendo la capacidad británica para situar relatos en el transcurso de la interpretación de los hechos. Se cuenta que cuando los barcos españoles se acercaban a Inglaterra, Dee sugirió esperar, prediciendo correctamente que la flota española se vería gravemente afectada por la tempestad.

Arthur Dee firmaba sus cartas a la reina Isabel I como ‘007’. Los dos círculos simbolizaban los ojos de la reina: 00, sólo para sus ojos. El siete era el número de la suerte del alquimista. El origen del legendario agente del servicio de inteligencia británico, tanto en la versión real como en la ficticia, el origen, el comienzo de todos esos códigos estuvo en los juegos simbólicos que tanto le gustaban a Arthur Dee.

Como hemos explicado al principio, en aquella época estaba presente en las indagaciones científicas cierta influencia esotérica. Arthur Intentó aplicar su conocimiento de la óptica a la conjura de los espíritus. Lo intentaba con la ayuda de un espejo hecho de obsidiana, hecho de vidrio volcánico traído de México a Europa, tras la conquista de la región por Hernán Cortés. Se decía en Europa que los sacerdotes aztecas usaban espejos para conjurar malas visiones y hacer profecías. Decían estar conectados con el dios de la obsidiana y la hechicería, el dios del espejo humeante. Aquellos oráculos no fueron capaces de prevenir la llegada de la peste. La peste azotó Europa, y en Inglaterra él fue culpado del ímpetu de la infección. La peste mató a cuatro de sus hijos a y su esposa. Arthur Dee también perdió la capacidad de defenderse de su muchos enemigos, incluido el sucesor de la reina, Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, era el monarca al que le gustaba supervisar personalmente la tortura de mujeres acusadas de brujería. Dee murió en la pobreza sin haber usado los sortilegios de la supuesta piedra filosofal.

Volvamos al cuaderno manuscrito, encuadernado en tela, donde Arthur Dee redactó la supuesta fórmula de la Piedra Filosofal. En el enigmático cuaderno de Dee había alguna páginas escritas de forma invertida y en una de ellas, hace 4 años, unas estudiosas eruditas encontraron un desconcertante párrafo escrito en código. El texto cifrado estaba contenido en 177 palabras. El texto tiene un título en latín que dice ‘Hermeticae Philosophiae medulla’ que se traduce como Médula de la filosofía hermética. Todo lo que venía después era un completo galimatías con palabras de nueve letras en las que las nueve son consonantes. Los cifrados medievales suelen ser flojos para los expertos de hoy en criptograma. Pero, ese código era un buen código de ocultación. Dos analistas llamadas Piorko y Lang empezaron a analizar el texto con detenimiento y dedicación.

La primera conclusión a la que llegaron es que el código empleado probablemente era un tipo particular de cifrado llamado cifrado Bellaso/Della Porta. Es un código de sustitución polialfabético inventado por el criptólogo italiano Giovani Battista Bellaso en el año 1553 y utilizado por Giambattista della Porta en 1563. En el cuaderno del alquimista había una nota garabateada en los márgenes de la que podía intuirse un hecho: Dee había escrito el texto codificado al mismo tiempo que él consideraba haber descubierto la receta de la piedra filosofal. El texto codificado podía ser la mismísima fórmula. Presentaron sus primeras conclusiones y recibieron cientos de correos de historiadores, expertos en computación, descifrados de código profesionales; pero casi todo era simbólicamente agua. Hasta que un día les llegó un mensaje del matemático y criptólogo Richard Bean, investigador de la Universidad de Queensland. El título del correo decía "¡Lo resolví!”. Bean había estado buscando palabras clave dentro del texto. Hasta que se percató de que la clave no era una palabra, la clave era una frase de 45 letras: sic alter Iason aurea felici portabis uellera Colcho. La frase se había tomado de un poema épico sobre el vellocino de oro.

El texto fue decodificado. Y en él se describen los procedimientos específicos para crear el elixir de la vida. Como primer paso se refiere la necesidad de tomar un huevo alquímico de un horno de combustión lenta popular entre los alquimistas. A continuación se explica cuánto tiempo esperar para que transcurran las tres fases alquímicas universales: la negra, la blanca y la roja. Después viene una secuencia más extensa sobre cómo lograr la piedra filosofal. Si todos los pasos se siguen correctamente, dice el texto, “entonces tendréis un verdadero elixir de oro por cuya benevolencia se ahuyentarán todas las miserias de la pobreza y se restaurará la salud a quienes padezcan cualquier enfermedad”. En la actualidad se sigue trabajando sobre el texto encriptado. Todavía no se ha tratado de llevar a la práctica el contenido de la recta alquímica que según Arthur Dee permitía acceder al elixir de la vida. Las eruditas que emprendieron la investigación explican que ellas no confían en que la fórmula de Dee se traduzca en la posibilidad de una vida eterna. Para añadir a continuación que admiran la búsqueda de aquellos científicos de hace 500 años para encontrar un significado superior. Para ellos, la Piedra Filosofal era real. Quiénes somos nosotros para negárselo 500 años después. Cómo vamos a negar a los primeros en amar la ciencia por

encima de todas las cosas.