Esta vez, Alicia dice que cuando sea mayor, uno de los sitios a los que quiere ir, seguro, es a Lalibela. “Me parece increíble que fueran capaces de construir aquellos templos. Templos excavados en el suelo dentro de rocas gigantes”, dice.
Lalibela ese un lugar único en el mundo. Probablemente no haya ninguna otra construcción humana en la que se tan pertinente plantearse si eso que se tiene delante, en la época en la que se construyó, pudo hacerse realmente con manos humanas. Aún sin tener una convicción religiosa, incluso en ausencia total de fe, estando delante de esos templos es posible plantearse si algo de eso que se llama el más allá pudo estar detrás de unos templos tan insólitos.
Es un paraje que sólo con mirarlo ya resulta muy fascinante. Sólo viéndolo, sin saber nada de lo que allí ocurrió, la imaginación empieza a crepitar como las llamas en el fuego. Estamos hablando de once templos, conectados entre sí, formando un conjunto arquitectónico asombroso.
Son iglesias talladas en la roca, en bloques únicos. Se empezaron a construir hace más mil años, y se concluyeron en el siglo XII. Son formas pétreas que fueron perforadas no se sabe cómo, con estructuras cinceladas en forma de cruz permitiendo que la luz del sol se adentre en el interior vacío de sus estancias. Etiopía es el país cristiano más antiguo del mundo.