PUNTA NORTE

Los rescatadores de sonidos de principios del siglo XX

Resulta más compleja la conservación de sonidos antiguos que de fotografías de un tiempo análogo, tienen más nitidez las imágenes de hace 120 años que los sonidos que de entonces se conservan

ondacero.es

Madrid | 17.07.2022 11:42

Dentro de poco se cumplirán 120 años de aquella noche. 120 años de aquella noche en la ciudad de Nueva York. Era invierno y hacía mucho frío. Vientos helados recorrían todo Manhattan... Camino del Metropolitan Opera House, en la calle 39, podía verse a unas cuantas mujeres con elaborados vestidos de noche y largos guantes blancos. Los hombres iban con fracs oscuros.

Aquello parecía una procesión elegante en medio de la adversidad meteorológica. Lo que aquella noche se había programado en el Metropolitan era Tosca: una ópera en tres actos, con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Había mucha expectación. Tosca se había estrenado con enorme éxito tres años antes, en el 1900, en el Teatro Costanzi de Roma.

En Nueva York, aquella noche de principios del siglo XX fue especial por algo que ocurrió sin que casi nadie del público se percatara.

Por encima de la butacas del teatro, suspendido en las vigas del Metropolitan, estaba el bibliotecario. Un tipo llamado Lionel Mapleson. Mapleson era el encargado de manejar un fonógrafo de cilindro de cera de última generación. De última generación de hace 120 años. Mapleson lo estaba grabando todo. Todo el sonido. Desde las reacciones del público hasta las notas altas de la soprano Milka Ternina. Tienen más nitidez las imágenes de hace 120 años que los sonidos que de entonces se conservan.

Tiene algo fabuloso el sonido grabado por aquel fonógrafo tan antiguo. Mapleson grabó más de 130 cilindros de cera de representaciones de ópera en directo. Esas grabaciones son las únicas que existen de algunos de los cantantes de ópera más legendarios. Los cilindros de fonógrafo fueron el soporte del primer método de grabación y reproducción que existió en toda la Historia.

El gran inventor Thomas Edison, en 1877, concibió el fonógrafo como un sistema para grabar mensajes telefónicos. En las primeras versiones de aquella gran novedad, las grabaciones se hacían sobre la superficie exterior de una tira de papel de estaño, enrollada alrededor de un cilindro giratorio de metal. En la década de 1880 se empezaron a producir en masa los cilindros de cera. En esos cilindros se contenían las grabaciones de sonido. .

Más allá de la conservación del sonido, es evidente que el gusto por la tonalidad de la voz ha cambiado mucho en 122 años. Regresando a la biblioteca pública de Nueva York, los cilindros de cera de Mapleson son la posesión más preciada de una colección que comprende unas 2.700 grabaciones.

Solo una pequeña parte de esos cilindros, menos de 200, se han digitalizado. Una parte considerable son cilindros con sonidos del pasado que ni siquiera se han revisado. Y lo fascinante es que la gran biblioteca

neoyorquina ha adquirido una máquina, por casi 50.000 dólares, para reproducir de un modo digital grabaciones de esa colección de cilindros de cera. Pensemos en que poder escuchar voces que se grabaron en la década de 1890 resulta bastante mágico.

A finales del siglo XIX, transcurrió una batalla entre algunas de las mentes más brillantes de aquella época. Hubo una carrera casi frenética. El reto consistía en ser el primero en patentar y comercializar equipos de

sonido grabado. El duelo incruento de ingenios se sostuvo en las mentes de Thomas Alva Edison y Alexander Graham Bell. En 1877, Edison fue el primero en inventar una máquina con la que poder capturar y reproducir sonido grabado: era el fonógrafo de papel de estaño, que grababa el sonido usando una aguja que imprimía ranuras en el troceado de papel de estaño. Bien...cuando Edison mostró la máquina públicamente por primera vez, la historia cuenta que alguien se desmayó.

Se desmayó al escuchar su voz por primera vez. Hasta aquel instante nadie se había escuchado a sí mismo sin abrir la boca. Nadie había escuchado algo que acabara de ser dicho. Aquello fue bastante impactante.

El siguiente gran paso lo dio un tipo llamado Emile Berliner.Se grabó a sí mismo cantando. Inventaba mucho mejor que entonaba. Berliner se percató de algo que fue crucial. Edison había diseñado su máquina como un dispositivo de grabación, y resultó que la gente estaba mucho más interesada en escuchar música que en sus propias voces. De hecho, a la mayoría les daba cierta grima escucharse a sí mismos. Preferían el sonido de la música. Emile Berliner desarrolló el popular disco plano para gramófono.

Se pasó del primer selfie sonoro al gramófono. Mientras ahora se procede, con la tecnología de la que se dispone, a hacer cierta arqueología de sonidos que son más que centenarios.

Hay miles cilindros por el mundo con sonidos y voces que pueden resultar sorprendentes. Pueden ser desde grabaciones caseras de una familia, de un cumpleaños, de un día festivo. Otros pueden contener grabaciones musicales inéditas o rutinas de comedia de vodevil. Nadie sabe. Hay un inmenso baúl sonoro por abrirse. Tanto en la biblioteca pública de Nueva York como en muchos otros lugares del mundo incluidos los nuestros.