La reflexión de esta semana de Ignacio Varela nace de un "doble sentimiento": de la serie documental que hace un repaso por los 42 años que estuvo en activo la banda terrorista ETA y de los titulares que "han querido llamar la atención sobre las peripecias de la política".
El colaborador dice que el documental sobre ETA le "impactó", ya que le hizo preguntarse cómo pudo hacer "una vida normal" durante esos años y "qué clase de anestesia nos pusimos". En definitiva, "cómo se hace del horror una rutina".
"Coexistir con el horror es hacer que la tragedia forme parte del paisaje, como el hilo musical que suena en algunos ascensores que lo oyes pero no lo escuchas -señala Varela -. Porque si te detienes escucharlo te resulta tan insoportable que ya no puedes hacer otra cosa".
Esto, dice Varela, forma parte de la condición humana. "Corremos el riesgo de normalizar la tragedia de la pandemia, incluso de 'rutinizarla'". El colaborado sostiene que "de todas las expresiones más perversas la que destaca es la de la nueva normalidad: Es un embuste deliberado para anestesiar a la sociedad de un problema que no se sabe responder".
"El riesgo subsiguiente es equivocar por completo las prioridades", destaca Ignacio Varela. Además, señala que "la crisis que estamos viviendo es de tal magnitud" que no debería de haber otro programa de Gobierno que el que constara de tres puntos esenciales:
Varela reconoce que es muy difícil llevar a cabo las tres cosas a la vez, pero que por eso mismo "nada nos puede distraer, todo lo que no esté orientado a eso, estorba". "Olvidar las tragedias pasadas es malo, pero olvidar la presente es suicida", concluye el colaborador.