Ignacio Varela, nuestro sabio de guardia, reflexiona en 'Por fin no es lunes' sobre lo que él denomina la dictadura del silicio, es decir, sobre la disimulada obligación de poseer un teléfono móvil con acceso a internet para evitar la exclusión social, incluso a nivel administrativo.
Compras, gestiones bancarias, viajes... ha llegado un momento en el que prácticamente todas las gestiones las tenemos que realizar nosotros mismos con la cuestionable asistencia de la inteligencia artificial. Por eso, nuestro sabio ha querido discurrir sobre la problemática que este sistema puede generar en más de 25 millones de nativos analógicos que han tenido que adaptarse a la digitalización de la nueva era "porque todas las grandes transiciones tienen grandes sacrificados", ha defendido el sabio.
Los problemas de la digitalización para las generaciones analógicas
Varela ha explicado que del mismo modo que se habla de nativos digitales es importante hablar de los nativos analógicos, varias generaciones de personas cuya educación se sustentó en un sistema completamente ajeno a las últimas tecnologías. Dada la forma invertida de la pirámide poblacional de nuestro territorio, es posible hablar de más nativos analógicos que digitales, motivo por el que habría de ser findamental tenerles en consideración.
"Al menos para la mitad de los españoles la incorporación a la cultura digital ha sido un proceso de aprendizaje que nos ha obligado a violentar todos los métodos de trabajos adquiridos durante la infancia y la juventud", ha explicado Varela apuntando que se trata de "cerca de veinticinco millones de nativos analógicos obligados a adaptarse a nuevos códigos que nadie les enseñó cuando eran jóvenes".
Por este motivo, independientemente del grado de adaptación de estos usuarios a los dispositivos digitales, el sabio aseguraba que "todos estamos fuera de nuestro hábitat natural y se nos nota". Procedía con un ejemplo: "En mi despacho tengo un ordenador de última generación, pero la mesa en sí está plagada de hojas de papel llenas de anotaciones. ¿Soy un híbrido? No, soy un analógico en reciclaje y, como la cabra siempre tira al monte, siempre seré más feliz con una pluma que con un teclado y tratando con un ser humano que con un robot".
Tipos de nativos analógicos
Acto seguido procedía con la clasificación relativa al grado de adaptación al mundo digital de los nativos analógicos.
- Por un lado, sería posible hablar de los analógicos adaptados: aquellas personas que han conseguido desenvolverse en los entornos digitales con cierta soltura.
- Por otro lado, sería posible mencionar a los analógicos en tránsito que, aunque intentan adaptarse a la imparable digitalización, todavía presentan bastantes dificultades.
- Y por último, Varela menciona a los analógicos desvalidos: aquellos para los que el mundo digital les es completamente hostil.
"Hoy todas mis simpatías están con los analógicos desvalidos, con esas personas que si tienen que llamar al ambulatorio porque se levantan con dolores, se encuentran con un maremágnum de voces metálicas que les dan instrucciones incomprensibles y a las que es inútil tratar de explicarles dónde les duele", ha declarado el sabio.
La tortura de la burocracia digital
"La burocracia siempre ha sido irritante", ha dicho el sabio, pero ahora, en el entorno digital, resulta mucho más obtusa si cabe. "Es lo más próximo a la tortura que existe en la España del siglo XXI", manifestaba Varela debido a que "cosas tan elementales como pagar una multa de tráfico, gestionar un impuesto o renovar el D.N.I. se convierten en una auténtica gincana donde ni siquiera tienes el consuelo hablar con un humano al que explicarle tu problema".
En la escala de los suplicios, la medalla de oro se lo llevan las propias compañías tecnológicas que nos suministran esos dispositivos con los que esclavizan nuestras vidas", añadía varela apuntando que "hoy en día, si no tienes un móvil, una cuenta de internet y una dirección de correo electrónico, eres un paria y no puedes ejercer de ciudadano".
"Vivimos en un torbellino de códigos QR, contraseñas olvidas, y dispositivos traidores que nos dejan tirados a cada paso y algunos días echamos de menos a Larra y aquel entrañable Vuelva usted mañana que, al menos, sonaba más humano que el fatídico mensaje que de repente te escupe: 'error de conexión'", ha concluido el sabio.