Un nuevo escándalo en la élite británica acontecido, nada más y nada menos, que de la mano del primer ministro Boris Johnson, ha suscitado la reflexión de nuestro sabio de sábado, Ignacio Varela. A pesar de la irresponsabilidad de quien, según el sabio, "ha resultado ser un gamberro irresponsable y el embustero populista más nocivo desde la Segunda Guerra Mundial", Varela no ha dudado en ensalzar la importancia de las élites adscritas a países como el Reino Unido, exportador de innumerables figuras mundiales.
El prejuicio para con las élites
Ignacio Varela ha comenzado su argumentación contextualizando la semántica del concepto de la élite en la sociedad española que, tal y como ha explicado nuestro sabio, hubo de importar un término francés debido a que no existía uno propio para descubrirlo.
"Aquí, la palabra elitista tiene una connotación peyorativa y el término de la élite se asocia al privilegio o a la riqueza, cuando en realidad es más bien lo contrario: la historia nos dice que la palabra se empezó a usar poco después de la Revolución Francesa para exaltar los valores republicanos que preconizaban que ejercieran el poder los mejores por sus virtudes y sus méritos y no por su origen familiar", ha explicado Varela.
De este modo ha procedido señalando que, más allá de las élites económicas, existen otro tipo de élites -políticas, culturales, artísticas, científicas, deportivas e incluso criminales- que aglutinan a un selecto grupo de personas que resulta ser muy influyente.
Habiendo contextualizado el significado intrínseco al vocablo, Varela ha expuesto su tesis: "el progreso y la grandeza de las naciones tiene mucha relación con la calidad de sus élites".
Los dos tipos de élite
Ignacio Varela ha explicado que las élites mundiales, independientemente del ámbito al que se adscriban, pueden clasificarse en torno a dos grupos que, a la postre, determinan el poderío de un país. "Hay élites productivas que contribuyen con la sociedad, y élites extractivas que se aprovechan de la sociedad sin devolver nada a cambio", ha manifestado Varela.
A continuación, ha ejemplificado sus palabras de la mano del caso del Reino Unido frente al caso opuesto español.
"Estoy convencido de que lo que más ha contribuido a hacer grande a Gran Bretaña es el carácter de sus élites", ha dicho. "Allí, a medida que se asciende en la escala social se asciende también en la escala cultural y educativa, de tal manera que los más ricos son los más cultos, sofisticados, responsables y defensores de la democracia", ha añadido señalando al caso paradigmático de Winston Churchill.
"En España, la mayor calamidad histórica han sido, precisamente, nuestras clases altas que históricamente han sido ignorantes, rapaces, egoístas y completamente insensibles al interés general", ha contraargumentado el sabio apuntando que "aquí las grandes gestas y obras siempre las han realizado gentes procedentes de las clases populares: desde Hernán Cortés y Cervantes, hasta Ramón y Cajal, Picasso o Rafa Nadal y Almodóvar".
El origen de las buenas élites
Ignacio Varela ha explicado que las buenas élites no nacen de la casualidad debido a que los grandes países invierten en sus élites y "crean fábricas de talentos de las que salen quienes luego van a conducir el país".
No en vano, Francia cuenta con su conferencia de las Grandes Escuelas, Inglaterra con Oxford y Cambridge, y Estados Unidos con universidades como Harvard, Princeton o Yale. Todas ellas son exportadoras de centenares de premios Nobel, primeros ministros y artistas o deportistas súper-cualificados. En cambio, España debe esperar a la posición número ciento cincuenta para que una de sus instituciones educativas se adentre en el ranking de las mejores universidades del mundo.
Por todo ello, Varela concluye que "valdría la pena soportar a un Boris Johnson, si a cambio nos dieran un Oxford o un Harvard".