Entramos en periodo de campaña y los partidos buscan los mejores candidatos para presentar a las elecciones. Mucha gente considera que un elemento importante en esta selección es un aspecto físico, ¿realmente el atractivo físico de un candidato o una candidata le da una ventaja a la hora de conseguir votos?¿tira los partidos de guapos y guapas para hacer sus campañas electorales?
Sobre este tema, Ignacio Varela opina que esto depende de diferentes puntos, aunque todo viene del 26 de septiembre de 1960. Esta fecha es una de las más significativas en política porque albergó el primer debate televisivo de la historia entre Kennedy y Nixon.
El auge de la televisión, supuso un gran paso en términos políticos ya que permitió hacer un cambio en las campañas en sí adaptando el mensaje a un electorado que recibe la información por este medio cambiando la concepción de esta práctica a 'video-política'. De esta forma, en los años 50 había un total del 30% de hogares con televisión para que 40 años después, en 1960, el 90% de estos tuviesen este medio. "La importancia del físico de los políticos está ligado completamente ligado al fenómeno de la televisión", "estamos de lleno en el mundo de la telegenia, que el diccionario define como el conjunto de cualidades de una persona que la hacen atractiva en televisión", reafirma este analista y consultor político.
Según Ignacio Varela, la importancia del físico en esta práctica tiene 'matices', como en casi cualquier ámbito. El atractivo físico "no tiene por qué ser determinante", y eso se ha podido ver a lo largo de la historia como con Kennedy y Nixon que, aún siendo más atractivo el primero, solo ganó por 10.000 votos para que luego se volviese a presentar Nixon en el 68 y revalidase la presidencia. Además, afirma que "esto opera más en negativo, una presentación física agradable no garantiza la victoria pero una desagradable puede ser la causa de una derrota".
Por ello, distingue tres tipos de personas: guapas, atractivas y magnéticas. En estas distinciones intervienen los gestos, la actitud, la mirada o la voz (como Obama que proyectaba su voz de una manera que gustaba a la gente). Algunos ejemplos, comenta, podrían ser Jordi Puyol que no era guapo ni atractivo pero tenía magnetismo "y no habría tenido más si hubiera medido 1,85 y el rostro de Paul Newman", o Nelson Mandela que era atractivo y magnético a pesar de la edad. Por otro lado se podría ver a Pedro Sánchez que es "indiscutiblemente guapo pero es un témpano emocional" ya que es incapaz de transmitir emociones o establecer vínculos con el público, "la suya es una guapura inane y gélida".
Aun así, la imagen tiene que ir hacia la confianza del votante, tanto para ganarla como reforzarla, como Bill y Hillary Clinton que cuidaban mucho su apariencia física pero sólo fue Bill Clinton el que logró ganar la elecciones incluso dos veces por la cercanía que tenía con la gente, que le mirabas y se podía confiar en él. Hay "cualidades innatas y otras adquiridas", explica Ignacio Varela,como el caso de Yolanda Díaz que, mientras España se desplaza paulatinamente a la derecha, es la líder más valorada porque "puedes discrepar de ella en casi todo pero no hay nada en su presentación que te induzca a detestarla", a diferencia de Pablo Iglesias.
Por último, esclarece la argumentación con el dato de la diferencia de funcionamiento de belleza en hombres y mujeres porque "está empíricamente comprobado que una candidata que sea extraordinariamente atractiva en su aspecto físico, y además no lo oculte, tendrá un problema con el electorado femenino".