Nuestro sabio de sábado, Ignacio Varela, reflexiona sobre dónde están los límites, tras el cierre de semana apoteósico marcado por los últimos altercados durante la campaña de las elecciones de la Comunidad de Madrid del 4 de mayo.
Varela reconoce que tiene un dilema: "Por un parte, parece ineludible hablar del caso práctico que nos ocupa estos días. Por otro lado, los pirómanos buscan precisamente que hablemos de ello y de ellos. Quizá estamos haciendo su juego. Puede que lo menos malo sea tratar de descodificar lo que está pasando".
"Hace unas semanas, un acto en Vallecas terminó a pedradas y tanto los apedreadores como los apedreados salieron felices. En la víspera del debate de Telemadrid, Vox colgó en el metro un cartel repugnante y embustero sobre los niños inmigrantes. 24 horas después, comprobamos que se trataba de rociar el campo de gasolina para prender la cerilla al día siguiente en el plató. Lo de el debate de ayer no sucedió porque a alguien se le calentara la boca. Todo estuvo medido y calculado", asegura Varela.
"Que los extremistas se peleen entre sí es tan viejo como el mundo. Lo malo es que los moderados se sumen a su juego en lugar de serenarlo", afirma.