"Hoy en día hay mucho vendedor de felicidad" dice Sabino, que nos vende libros de autoayuda, y nos parece que la felicidad es un producto consumible más.
Lo que necesitamos es una alegría sin tremendismos. Es más importante el camino que recorremos para la búsqueda de la felicidad que la propia felicidad. Lo estimulante son las metas que nos fijamos, no el lograrlas. Es preferible no alcanzar nunca la meta de la felicidad, porque así el camino de la alegría no acaba.