La pseudo-ciencia es aquella práctica que se presenta como científica y fáctica, pero que en realidad es incompatible con el método científico. Tras muchos siglos donde la ciencia hubo de competir con el conocimiento místico para demostrar su autenticidad y fiabilidad, nuestro siglo parece estar impregnado por la batalla entre los científicos y los pseudo-científicos.
Nuestro sabio de domingo, Sabino Méndez ha explicado las causas de estas teorías paralelas que, con frecuencia, se postulan como verdades trascendentales que aclaran las incógnitas de la ciencia. No obstante, en primer lugar el sabio ha querido incidir en el claro triunfo de la ciencia, evidenciado en un periodo pandémico donde absolutamente todos los grandes gobiernos se han amparado en el criterio científico para tomar las decisiones frente a la Covid-19.
"El peligro actual es la credulidad de los seres humanos frente al discurso pseudo-científico", ha expuesto Sabino para después apuntar "no es más que una suplantación del discurso científico que imita sus maneras, pero que no sigue sus reglas".
El atajo pseudo-científico
Acceder a un conocimiento científico mínimamente sólido requiere de amplios periodos de estudio a los que no cualquiera tiene acceso. Algunas personas se decantan por métodos autodidactas con los que creen llegar a la verdad absoluta pese a que sus conclusiones, con frecuencia, carecen de una base científica fundamentada.
"Para gozar del mismo prestigio que ha extendido la ciencia sin tener que esforzarse en la tarea gris y monótona de seguir sus métodos, usan los atajos de la pseudo-ciencia", ha explicado el sabio.
Una de las técnicas más difundidas para aportar credibilidad al discurso pseudo-científico consiste en la suplantación de la retórica científica. De este modo, se adoptan términos científicos y tecnicismos para designar cuestiones de una demostración dudosa o de un simplismo casi infantil.
"Los pseudo-científicos ya no usan al viejo, añejo y venerable marciano para hablar de la vida en el universo, sino que han empezado a utilizar definiciones técnicas como Objeto Volante No Identificado, así como otras palabras con raíz latina, similares a las que emplea la ciencia, como extraterrestre o alienígena", ha ejemplificado Sabino.
"No obstante, cuando después de medio siglo nadie ha podido aportar una prueba fehaciente de su existencia, yo creo que es tiempo suficiente como para hacérselo mirar y no considerar válida esta argumentación", ha señalado.
Asimismo, de acuerdo a las explicaciones de Sabino, otra de las formas de suplantación del lenguaje científico consiste en desarrollar un concepto de base científica más allá de sus propios límites y sin atender a los pasos del método científico.
"Sucede cuando hablamos de la energía positiva que transmite una determinada persona para referirnos a su carácter simpático y animoso", ha expuesto Sabino.
"Usamos la palabra inadecuadamente porque la energía o la fuerza son términos físicos que no se pueden trasponer sin más a los terrenos zoológicos o biológicos donde carecen de sentido en tanto que no son mensurables", ha añadido apuntando que "podemos medir la energía que produce un generador, pero no podemos medir la supuesta energía positiva de alguien".
Al limite de nuestras capacidades
Sabino Méndez ha explicado que el origen de estas teorías pseudo-científicas reside en el deseo de conocimiento del ser humano. "Todas estas transposiciones del lenguaje las hacemos por ansias legítimas y buenas intenciones que se desvían inadvertidamente", ha dicho.
Y es que Sabino explicaba que a veces somos los suficientemente inteligentes como para captar ideas valiosas, pero no tanto como para comprenderlas. "Nos impacientamos porque no están a nuestro alcance", ha confesado.
"Como muchas de las cosas que valoramos a veces son inasequibles a nuestro intelecto, nos imaginamos que podemos llegar a la verdad de las cosas por un atajo: por intuición o con ayuda de un supuesto agente más profundo al que vestimos con los ropajes de la fraseología", ha concluido.