Estamos iniciando la desescalada, ese plan de desconfinamiento que tendrá 4 fases y se hará por territorios, de forma asimétrica. Empezamos el pasado domingo cuando los niños pudieron salir a la calle y continuamos ayer con los adultos haciendo deporte y dando paseos.
Pero mañana lunes, 4 de mayo, es cuando empieza realmente el proceso clave. Mañana se podrá acudir a determinados comercios con cita previa, como las peluquerías o los restaurantes con servicio de comida a domicilio. El 11 de mayo se dará un paso más y se abrirán las terrazas de los bares al 30% de ocupación y los hoteles excluyendo las zonas comunes.
El 25 de mayo podremos ir al cine, al teatro, a los museos, a los auditorios, con limitación de aforo de un tercio. Los bares abrirán sus zonas interiores con limitaciones, y algo muy importante, los niños menores de 6 años podrán volver al colegio en caso de que sus dos padres trabajen. Así avanzaremos hasta el 8 de junio cuando podremos ir a la playa y si todo va bien, el 22 de junio, podríamos volver a la nueva normalidad. (Son sólo algunos ejemplos porque hay muchos más)
Durante todos estos días de cuarentena hemos soñado con tomar una caña en el bar, ir a un concierto, abrazar a los amigos, hacer un viaje, darnos un chapuzón en la playa… Pero cuando podamos, ¿de verdad vamos a hacer todo esto? ¿desde el primer día iremos a la peluquería a cortarnos el pelo? ¿bajaremos a la terraza del bar a tomarnos un café o nos meteremos en la sala de un cine para ver una película? ¿Querremos salir cuando todo esto acabe? Se lo preguntamos a la psicóloga Ángeles Franqueira.