En ‘Por fin no es lunes’ Sara Escudero nos cuenta que hay un libro que se publicó en 1874 que esconde una historia. Su autor, que fue profesor de química, utilizó el arsénico como pigmento en las páginas. Hizo cien copias y las mandó por biblioteca, por lo que tocar esos libros era todo un riesgo.
El objetivo de este hombre era concienciar sobre la cantidad de edificios de Estados Unidos que tienen tapices con arsénicos y que son perjudiciales. “El método se juzgó como poco didáctico”, comenta la colaboradora.