“No me toques las palmas, que no, que no…” Esta es la sintonía que deberían llevar muchas personas no sólo en su móvil como tono de llamada, sino como alerta de "¡Me chisco por cualquier cosa!" O lo que es lo mismo: cuidado conmigo que soy un/a tiquismiquis.
Es esta gente que vais a comer, pide ensalada de la huerta pero sin pepinillos, se la traen, se les ha escapado uno y se chisca. Que tú le dices “quítalo, hombre” Y te dice: “El sabor se queda…”
Una persona tiquismiquis es la que está viendo una peli de ciencia ficción y puede saltar cosas como “Buah! Ese zombi se nota que no es real…” Me encanta esta palabra: ti-quis-mi-quis. Porque hasta la persona más parca en onomatopeyas del mundo la dice con to-ni-to.
Ser un tiquismiquis es fácil, porque tú no vives con tus mierdas, para ti son normales. Las viertes en Twitter y a correr. Lo malo es vivir con o tener cerca a un tiquismiquis porque crispan -“Jo, me encanta el mar…” --"Es un océano".
Si miras en el DRAE te dice que 'tiquismiquis' es sinónimo de 'delicado', pero no. Los redactores de ese pozo de sabiduría gramatical apedreada no aciertan esta vez: 'delicado' sólo es sinónimo de 'tiquismiquis' si es diminutivo: 'delica-di-ta', en plan: "qué delicadita es la niña"
Los que sí lo son, son palabras tan maravillosas como 'melindre', 'remilgado', 'quisquilloso', 'relamido', 'fifí'... Ojo, que alguien con problemas de logopeda transforma a la emperatriz más famosa del cine en una pejiguera. Que es también sinónimo de 'tiquismiquis' pero con más punto tocapelocas, la verdad.
Ejercicio práctico. ¿Delicado? Boris. ¿Delicadito? Carlos de Inglaterra cuando se toma su té. Que he leído que la pobre Camila pasa examen diario la pobre. Como le haya puesto una gota más de miel en el té a Charlie, cuando da su primer sorbo la cara de terciopelo del monarca se le torna napa. -“Esto está empalagoso, querida” -“No puedo decir lo mismo de ti, maidarlin”
A ver, lo que pasa es que Carlos de Inglaterra es el tiquismiquis superlativo: que es un hombre que pide que se le planchen los cordones de los zapatos. Más que tiquismiquis es caprichoso. Y digo “caprichoso” por ser fina y porque, mira, pedirá que le preparen en equis tazas de porcelana -un té cogido a las 4 de la mañana por unas monjas belgas ciegas y guardado para secarse en una habitación de nogal con libros de Tolstoi que eso impregna- pero también es verdad que difunde la importancia de una alimentación con productos de cercanía y de temporada.
De hecho, él a Camila en primavera la llama “mi fresita” (aunque por sus gestos es más bien un níspero) y en verano es su “melonsita”, pelusilla incluida, para predicar con el ejemplo.
En fin, que los tiquismiquis, remilgados, fifís, melindres, relamidos y quisquillosos no avisan, así que, ante la duda, haced la prueba: -"Mira, Marian, el club de jubilados!" -"A-so-cia-ción…A so cia ción…"