Amaya Arzuaga creció rodeada de hilos, de dedales... Su madre tenía un taller textil, así que lo de la moda, pues le vino rodado.
Estudió diseño en la Universidad Politécnica de Madrid y a los dos años puso en marcha su propia marca. Debutó en la pasarela Gaudí y después en la de Cibeles. Pero claro España se le quedaba pequeña y pronto dio el salto a Londres, Milán, París y así se convirtió en el buque insignia de la moda española en el extranjero.
Pero llegado a determinado momento de su vida decidió poner punto y final a su trayectoria en 2017 y ahí empezó su segunda vida. Se hizo cargo del negocio familiar y como es una mujer de retos, al año siguiente abrió un restaurante en Quintanilla de Onésimo, Valladolid, en la milla de Oro de Ribera del Duero.
Y a los dos años consiguió su estrella Michelin. Ahora sigue dando puntadas para alcanzar su próximo sueño, que es hacerse con una segunda estrella Michelín.