Se cumplen treinta años desde que el 23 de enero de 1995, la banda terrorista ETA asesinase en San Sebastián al dirigente del Partido Popular vasco Gregorio Ordóñez. El atentado tuvo lugar en el bar La Cepa, en la calle 31 de Agosto de la Parte Vieja de la ciudad mientras Gregorio comía con dos compañeros del grupo municipal, María San Gil y Kote Villar.
Tres décadas después dos de sus amigos y personas más cercanas en el partido, Carmelo Barrio y José Gabriel Mujika, le recuerdan en "Por fin" junto a Jaime Cantizano, "tenemos la obligación de preservar su recuerdo".
Un político por la defensa de la libertad
Gregorio Ordóñez tenía tan solo 36 años, era teniente alcalde de San Sebastián y favorito para convertirse en el próximo alcalde, cuando ETA le asesinó en un restaurante. Carmelo Barrio, exportavoz en el Parlamento Vasco y amigo de Ordóñez reconoce que fueron muchas las anécdotas que compartió con él durante los cerca de cinco años que coincidieron como parlamentarios. "Tenía una gran capacidad de conversación y dominaba muchos temas, lo mismo hablaba de fútbol, de religión, de cultura... completaba cada momento con su personalidad", señala.
Su trabajo en política destacó por ser "claro, directo y una persona comprometida con su discurso", destaca Barrio.
Tenía un estilo propio y le recordamos por esa capacidad de hablar claro en referencia a la lucha por la libertad, contra ETA y contra la intolerancia
Unos días antes del atentado, el que fuera director del Diario Vasco, José Gabriel Mujika, se reunió con Gregorio en uno de sus tantos encuentros. "Él estaba preocupado porque pocas semanas antes habían asesinado a Alfonso Portillo. Me dijo que estaba valorando tomar más precauciones". El miedo ante un posible atentado, recuerda Mujika, estaba ahí, pero "a Gregorio le podía el sentido de la responsabilidad y del deber".
El principio del fin de ETA
Para Carmelo Barrio, el asesinato del dirigente del PP vasco fue un antes y un después, "su asesinato hizo que despertasen muchas conciencias en el país", destaca.
El atentado provocó una gran conmoción en San Sebastián y en todo el País Vasco, así lo recuerda Mujika, tal es así que para el amigo de Gregorio, "su asesinato marca el principio del fin de ETA" por la reacción ciudadana que hubo.
Tenemos la obligación de preservar su recuerdo, tiene que estar en el sistema educativo, en el sistema social, en la calle, en las instituciones... Hay que recordar a las víctimas del terrorismo
Sobre el legado de Ordóñez, su amigo José Gabriel Mujika lo tiene claro, "la sociedad en su conjunto tenemos el deber moral y la responsabilidad de hacernos eco de lo que ocurrió entonces para que exista una oportunidad de que no vuelva a ocurrir".