Hablamos de esta historia con la historiadora del arte, Eugenia Tenenbaum, que ha escrito el libro 'las mujeres detrás de Picasso'.
Luigi Lo Rosso, un chatarrero italiano, encontró un dibujo que le llamó mucho la atención mientras limpiaba un sótano en la isla de Capri en 1962. Luigi decidió llevarse el cuadro a casa, lo tuvo colgado en su salón durante 60 años, pese a que su mujer le decía que ese cuadro era horrible y feo.
Fue el hijo de la pareja, el que a raíz de empezar a estudiar una enciclopedia de Historia del Arte que le regaló su tía, comenzó a sospechar que ese cuadro, que tan poco le gustaba a su madre, podía ser una obra original de Picasso.
La familia acabo pidiendo asesoramiento a varios expertos en arte, y tras varias investigaciones, se confirmaron las sospechas: se confirmó que la firma del cuadro era de Pablo Picasso.
El cuadro en cuestión, parece ser que se trata de un retrato de Dora Maar, la artista y pareja durante los años 30 del pintor. La obra se ha tasado en unos seis millones de euros.
Eugenia Tenenbaum asegura que Picasso fue uno de los artistas más prolíficos del S. XX y no es de extrañar que todavía haya obras de él que sigan en sótanos u otras hayan desaparecido.
La historiadora nos cuenta que Picasso, a veces, regalaba, pequeños dibujos o garabatos, para evitar pagar la cuenta en un restaurante o para quedar bien.
Sobre la protagonista del cuadro en cuestión, Dora Maar, Eugenia nos cuenta que fue una de las fotógrafas más importantes de la primera mitad del S. XX. Hizo fotografía social y fue una estrecha colaboradora de Picasso porque, según Eugenia, gracias a ella el Guernica existe porque fue la que recibió las primeras fotografías del bombardeo y retrato todo el proceso del cuadro.
Eugenia dice que la relación entre ambos también fue una "relación de maltrato".
