Carlos Molina es un jugador de balonmano cordobés de 30 años. Juega en el Zaporozhye ucraniano, equipo de Liga de Campeones, y ha vivido una situación desesperada intentando salir de Ucrania.
Carlos salió de Kiev hace unos días tras los avisos de bombardeos y junto a otros dos compañeros se pusieron en marcha para intentar llegar a la frontera con Polonia. Finalmente ha conseguido llegar a casa tras una odisea y ha merecido la pena: "He visto la carita de mi hijo de dos años, a mi mujer, y se me ha echado el mundo encima. Aliviado y empezando a dar felicidad. Me siento más feliz pero no del todo, porque mi cabeza está más en Ucrania que aquí en España"
"Tengo gente que me quiere que me ha apoyado. Es una situación muy desesperada y poco más podía hacer. Por suerte, estaba con compañeros de equipo y lo hemos pasado juntos", comenta y añade que fue una travesía eterna: "La semana se me hizo eterna. Es como si llevase un mes en el coche. Sentí mucho estrés.
Dentro de lo malo, se considera un afortunado: "Ha sido un shock pero he tenido suerte. He visto a gente andando a diez grados bajo cero. Gente mayor, niños... El que me tide como un héroe, evidentemente no lo soy. Si se alarga no quiero imaginar lo que puede ser"