Hace quince meses, en la víspera del Mundial de Qatar, el español Santiago Sánchez Cogedor fue detenido en su viaje hacia el país al que acudía para disfrutar de la Copa del Mundo. Le detuvieron en Irán, un país sumido en múltiples revueltas sociales.
"Mi fallo fue fiarme de todo el mundo", reconoce Sánchez Cogedor, que explica que un ciudadano iraní se ofreció a ayudarle y le llevó a la tumba de Mahsa Amini, donde le hizo unas fotos con su teléfono que sirvieron a las autoridades iraníes como prueba para detenerle.
Cuenta, además, que intentó ocultar a sus seres queridos la gravedad de las posibles consecuencias que podía tener porque "la pena de muerte era una posibilidad".
A pesar de esta durísima experiencia, que le ha llevado a permanecer en una cárcel iraní durante los últimos quince meses, Sánchez Cogedor se muestra optimista de cara a su futuro más próximo y asegura que "Irán me quitó la libertad, pero me ofreció tiempo a cambio".