A plena luz del día se ven brillar los fuegos de artificio en las miradas de los que han salido por fin de su encierro.
Los abuelos vuelven a tomar las calles con prudencia, desconfiados como quien ve el mar por primera vez.
Algunos, no tan mayores, han vuelto a olvidar el significado de la palabra "distancia" y se saltan su seguridad como quien oye correr.
Los niños siguen a lo suyo, que en realidad no es otra cosa que que sigan a lo nuestro, es decir, a lo que los padres les indiquemos y digamos.
Hoy también ha salido a la calle gente que no había corrido nunca, quienes siempre han pensado que chándal era lo que se ponía uno para ir a misa, pero estamos en la fase de la mal llamada desescalada previa a la "nueva normalidad" y todo ese equidistante y asimétrico a la vez. Un follón, vamos.
Eso y las ganas que tenemos todos de volver a empezar sin miedo, aunque un poco de miedo tampoco asusta de vez en cuando.
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