Conocemos al "clavadista" Carlos Gimeno. Una modalidad que implica mucho riesgo. Es como lanzarse al agua desde un edificio de 10 pisos y cualquier error puede suponer un daño grave. Son tres segundos y pueden alcanzar en torno a los 90 kilómetros por hora.
"Lo más importante es la posición de entrada al agua, los pies no pueden estar encogidos. Rienen que estar estirados, juntos y estar con el cuerpo muy apretado. La idea es romper el agua y no que el agua te rompa a ti", comenta el saltador que una vez confiesa, tuvo un gran susto al desequilibrarse en la salida: "Una vez me desequilibré con la persona y caí con la cabeza. Estuve unos quince minutos inconsciente y por suerte pudieron reanimarme. Es un deporte súper arriesgado. Se entrena dos años para realizar un salto. Cuando saltas desde 27 metros tienes que estar cien por cien seguro de lo que haga".
Muchas personas pensarán en lo que se debe sentir cuando subes a 27 metros para saltar. Gimeno cuenta que nunca ha sentido miedo pero sí otros competidores: "He visto a competidores que se han retirado por ansiedad. Si está ahí arriba y no te sientes seguro, lo mejor es no saltar. A mí nunca me ha pasado, cuando subo es porque estoy confiado en mi trabajo".