Cruzar el umbral de los 40 años significa acercarse, peligrosamente, al precipicio de la exclusión laboral. Una realidad que ya era evidente pero ha quedado al descubierto con la crisis sanitaria, económica y social del Covid.
La pandemia se llevó por delante todos los planes de Ana María, una mujer de 45 años, y el resto de su familia. En las primeras semanas del mes de marzo de 2020 perdía su empleo. No hubo ni oportunidad de acogerse a un ERTE. Esto significó que a casa llegaban 300 euros mensuales.
Dos hijas, alimentarse, gastos de una casa y otra serie de necesidades básicas que resultaba materia imposible poder afrontarlas. En este escenario se cruzó en su vida una ONG como Corazón y Manos, una organización que surgió por iniciativa de los trabajadores de la empresa Clece. A partir de ahí, la historia cambia de manera radical gracias a la empatía y solidaridad.
(Escucha la entrevista íntegra con Ana María Molero, beneficiaria del proyecto de la ONG Corazón y Manos).